Está esta tierra tan necesitada de inversiones y creación de empleo que uno no se explica las razones por las que algunos proyectos duermen el sueño de los justos durante meses y años sin que a los responsables de darles los correspondientes permisos se les caiga la cara de vergüenza. Y si usted pregunta, siempre le darán excusas, trabas legales, necesidad de comprobaciones, plazos, datos, etcétera, etc. A burócratas y autoridades solo les falta añadir aquello que, con sorna, decía el periodista Enrique Vázquez: "Tengo para ti malas noticias, pero excelentes explicaciones". Pues eso.

Uno lee que la cooperativa Naturduero lleva once meses, once, esperando una respuesta del Ayuntamiento de Toro para instalar en esta ciudad una planta procesadora y trasformadora de pistachos y no puede por menos de mesarse los cabellos y jurar en arameo. Uno se entera de que la cooperativa Gaza ha tenido que aguardar más de dos años, dos, oiga, dos, para que el Ayuntamiento de Zamora dé luz verde a la ampliación de su fábrica y se pellizca en cabeza, tronco y extremidades para comprobar que no es una pesadilla ni un cuento de terror. Uno repasa el historial de la todavía frustrada biorrefinería de Barcial del Barco y no alcanza a comprender nada de nada, ni siquiera los argumentos económicos del vicepresidente de la Junta. ¿Por qué creen ustedes que aun no se ha trasladado ninguna empresa catalana a Zamora? Pues, porque tendrían que esperar la intemerata para que les tramiten el papeleo, les den de alta y les reconozcan el nuevo domicilio. Así que se van a Madrid, Valencia, Haro? en fin, que no nos toca ni la pedrea.

Exageraciones aparte, lo que está claro es que los emprendedores lo tienen crudo en estos pagos. Pónganse, por ejemplo, en la piel de los productores de pistachos. Hacen una fuerte inversión en plantas y riegos, aguantan varios años hasta obtener la primera cosecha, alimentan esperanzas de haber dado con un cultivo alternativo rentable, se unen para formar una cooperativa, compran una parcela en Toro para instalar un almacén, seleccionar y poder vender en mejores condiciones y? tienen que armarse de paciencia porque no llegan los permisos. No dudo de las explicaciones del Ayuntamiento toresano (falta de un arquitecto, plazos para dotar esa plaza), pero ¿no se puede hacer algo más?, ¿hay obligatoriamente que dejar que se pudra un proyecto ilusionante?

Y, ahora, háganse por un instante socios de Gaza, ganaderos que han encontrado en esta cooperativa, con muchos años y éxitos a sus espaldas, una forma eficaz de mejorar la rentabilidad de sus explotaciones y de no estar al albur de los caprichos de empresas privadas con tendencia a fijar a la baja el precio de la leche. Gaza funciona, exporta, saca nuevos productos al mercado y, albricias, necesita ampliar, lo que significa inversión, más puestos de trabajo, más compra de leche, pero espera que te espera y tiro porque me toca. Seguro que el Ayuntamiento zamorano también tiene argumentos para justificar el retraso (las normas de urbanismo, el medio ambiente, las reclamaciones?), mas ¿es tan difícil acortar los tiempos, acelerar las autorizaciones?

Y luego está lo de la biorrefinería, que uno ya no sabe de qué va la copla. Solo se sabe que la cosa no avanza y que así llevamos años y años. Si es otro biomocho, que se diga claramente y se dé carpetazo al asunto, pero, en caso contrario, que se desbloquee la situación y que avance el proyecto. ¿Es tan complicado o hay alguien que lo complica?

Naturduero, Gaza y biorrefinería son tres casos significativos. Sin embargo, no son los únicos. Hace años, dos amigos que estaban haciendo sendas bodegas en su pueblo, en la DO Toro, me confesaron su estupor y desesperación por los increíbles retrasos que sufrían sus planes. Al parecer, la llamada Comisión Provincial de Medio Ambiente (o algo así) llevaba varios meses con el tema sobre la mesa. "Si hay problemas, que nos digan cuales y tratamos de arreglarlos" -me contaban-, "pero si no los hay, que nos dejen seguir". Al final, sí construyeron las bodegas?dos vendimias después de lo previsto.

Ahí, en meter mano a la burocracia, el papeleo y los retrasos absurdos y contraproducentes, tiene Zamora 10 un buen campo de batalla, una pelea que necesita ganar cuanto antes. No solo se necesita buscar, hallar y poner en marcha nuevas iniciativas, sino también activar y desbloquear aquellas que, por culpa de la negligencia y la inactividad de algunos, están paralizadas o en una interminable y estéril espera. Sé que hay mucha gente dispuesta a ello. Únicamente falta que otros, los de siempre, no pongan zancadillas. Si no ayudan, por lo menos que no estorben.