En aquel tiempo democrático, se retiraron todos los políticos y llegaron a un acuerdo para comprometer a los obispos catalanes con una pregunta. Les enviaron unos delegados partidarios del diálogo y les dijeron: "Obispos, sabemos que sois sinceros y que enseñáis el camino de Dios conforme a la verdad; sin que os importe nadie, porque no miráis lo que la gente sea (de izquierdas o derechas, comunistas o capitalistas, independentistas o perroflautas). Decidnos, pues, qué opináis: ¿Es lícita la independencia de Cataluña o no? ¿Es lícito adoctrinar a los niños sobre este tema o no".

Comprendiendo su mala voluntad, los obispos les dijeron: "Políticos hipócritas, ¿por qué nos tentáis? Enseñadnos otras leyes que habéis hecho".

Les presentaron entonces las leyes de la despenalización del adulterio (derecho a decidir poner los cuernos), del divorcio (derecho a decidir mandar a la mierda al cónyuge), de interrupción voluntaria del embarazo (derecho a decidir sobre la vida o muerte del propio hijo), las sucesivas leyes de educación (derecho a decidir el alumno qué es cierto y qué no frente a la autoridad del profesor), la ley del matrimonio gay (derecho a decidir qué es el matrimonio y no reconocerlo como unión de hombre y mujer), la de transexualidad (derecho a decidir el propio sexo, primando el sentimiento frente al sexo biológico), el proyecto de ley de muerte digna (derecho a decidir si me pueden matar o no), las propuestas de ley de vientres de alquiler y prostitución (derecho a decidir sobre mi propio cuerpo). También les enseñaron los contenidos de Educación para la Ciudadanía y de las charlas sobre género, homosexualidad, condones, animalismo y feminismo que se dan en las escuelas (adoctrinamiento contra el derecho de los padres a decidir el tipo de educación que quieren para sus hijos). Entonces los obispos preguntaron: "¿En qué se basan todas estas leyes?". Les respondieron: "En el democrático derecho a decidir sobre todo (sexualidad, vida, moral?), porque todo es opinable y discutible, se vota y se decide. Y en el derecho de Papá-Estado a educar a los niños en los valores que crea convenientes". (Es decir, la soberanía y libertad absolutas del hombre y del parlamento separadas de la ley natural y de Dios).

Entonces los obispos catalanes replicaron: "Pues pagadle al Dios-Derecho-A-Decidir sus favores (os lo ha dado todo y reclama ahora su tributo también para Cataluña) y a Dios? a Dios? ¿Acaso importa Dios?".