Como se esperaba, pues de esta gente ya era lo único que cabía esperar, la respuesta de los independentistas catalanes al requerimiento del Gobierno de la nación fue la misma que el pasado lunes, ofrecimiento de diálogo, sin aclarar Puigdemont para nada si declaró o no en verdad la independencia unilateral ante el Parlament, un requerimiento indispensable para la puesta en marcha legal de la aplicación del articulo 155 de la Constitución y suspender la autonomía de aquella región. Pero no solo eso, porque los grupos que forman la mayoría secesionista de Cataluña, cada vez más envalentonados por desesperados en su huida del callejón sin salida chantajean al resto de los españoles con la amenaza de que votarán y levantarán la suspensión de la supuesta independencia si se aplica el 155.

A tales extremos se está llegando. Puigdemont ni contesta si o no, única respuesta exigida, al finalizar el plazo dado en cumplimiento de la ley y se sale con evasivas imposibles porque quien encarna a la ley y a la Carta Magna no puede jamás ni de ninguna manera negociar con quien esta al lado de la ilegalidad y la sedición y cuyo ofrecimiento de diálogo, además, se limita a que el Gobierno admita la falsa secesión. A la par, las calles de Cataluña se convierten en hervidero de manifestaciones y protestas, otra coacción más, la de la violencia, que se hace con alevosía. El día D y la hora H han marcado el límite para la activación del artículo 155, pero Rajoy, tan temeroso y nada cumplidor como siempre, todavía da de hecho un nuevo y absurdo plazo a los insurgentes, y como ahora es el Senado, donde el PP goza de mayoría absoluta, el que ha de aprobar la aplicación de la norma constitucional, el Gobierno, tras calificar de inadmisible el chantaje, vuelve a ceder y avisa a los separatistas que si convocan elecciones en Cataluña antes de que el 155 quede aprobado, todo quedaría como estaba antes del 1-O y el artículo no se aplicaría. De todos modos, eso si, el consejo de ministros se reúne mañana para enviar los trámites al Senado, que en una semana pueden estar cumplimentados y ya en desarrollo y vigor.

Lo que supondrá la íntervención de Cataluña por el Estado, sin más, pues parece obvio que Puigdemont ni va disolver el Parlament ni va a convocar nuevos comicios. Aunque se teme que este 155 que maquina Rajoy resultará lo más light y descafeinado posible, lo que de alguna manera no dejaría de suponer desprecio y abandono tanto a la Cataluña no soberanista como al resto de los españoles. De tal talante participa un PSOE que se apunta a ver que pasa, pero no C´s cuyo líder, Rivera, sigue abogando por la aplicación rigurosa y rápida de la solución marcada por la ley. Pues con todo lo que está ahora ocurriendo, la crisis de Estado, la más grave del país desde el 23F del 81, no se cierra y cada día se hace más grave. Los separatistas continúan tratando de ganar tiempo a base de añagazas, mentiras, amenazas y chantajes, chulescos sabedores de la indecisión y la inacción que Rajoy sigue mostrando en el fondo y en la forma. Pero el tiempo se ha acabado. Solo cabe soñar con que en una semana, cuando el Senado resuelva el trámite, el Gobierno tome el mando ya en Cataluña. Y con mano firme.