Mira que desde el Gobierno se le había advertido a Puigdemont que la respuesta al requerimiento sobre si había declarado o no la independencia de Cataluña tendría que ser clara y sencilla, si o no, y nada más, pero el mesías catalán de los separatistas ha respondido a su manera, sin responder, y por el contrario dando un plazo de dos meses para que Rajoy se une con él para negociar la secesión e insistiendo en la búsqueda de mediadores y en la retirada de las fuerzas del orden.

O sea, que para chulo él. La verdad es que también la actitud del pusilánime y más que pasivo presidente del Gobierno, incapaz de cortar el largo proceso de la loca soberanía pretendida a través de tantos años, ha envalentonado, y es lógico, a los golpistas regionales. Ha sido para envalentonar a cualquiera. Seguro que incluso dudan ahora si de verdad Rajoy se atreverá a poner en marcha por fin el articulo 155 de la Constitución que pondrá un cierre de plomo a las ínfulas separatistas, al menos por el momento, a la espera de lo que pueda ocurrir en nuevas elecciones autonómicas.

Pero esta vez ya no hay escapatoria tampoco para Rajoy, y si el jueves a las diez de la mañana, cuando expira el plazo definitivo para responder al requerimiento oficial, Puigdemont no lo ha hecho, el 155 deberá ponerse en marcha automáticamente. Ya no puede haber más dilaciones. Aunque resta por ver en que grado y de que manera se adoptará el desarrollo de la ley que ampara la Constitución pues el Gobierno ni siquiera las debe tener todas consigo, a tal grado de inanidad se ha llegado. Sus aliados, C´s y PSOE sostienen posturas un tanto diferentes al respecto, con Pedro Sánchez más partidario de una aplicación paulatina y moderada, y con Rivera a favor de aplicar el articulo a fondo y con todas sus consecuencias pues no es asunto para paños calientes como remedio.

Lo normal y lo previsto por la Constitución es que el Gobierno suspenda provisionalmente la autonomía de Cataluña, podría ser por dos meses, lo suficiente para disolver el Parlament y convocar comicios en aquel territorio español. Pero antes habrá que cesar en el cargo a Puigdemont e iniciar por parte de los jueces los trámites necesarios para su procesamiento, si procede, dado que es aforado. Y por supuesto, destituir a su Govern y exigir todas las responsabilidades del orden que sean. Y por supuesto igualmente, tomar el mando de los Mossos, la policía de Cataluña. El delegado del Gobierno en aquella comunidad, o la persona que sea designada para ello por Rajoy pasaría a ocupar la presidencia de la Generalitat hasta que se produjese el relevo marcado por las urnas.

Nada va a ser fácil, desde luego, pues ya los extremistas de la CUP y ER han reiterado sus llamamientos a los independentistas para tomar la calle mientras exigen a Puigdemont que reivindique sin contemplaciones la independencia que aseguran conquistada en el ilegal y antidemocrático referéndum solo reconocido por ellos mismos. El Gobierno tiene dispuesto en aquel territorio a la Guardia Civil, la Policía Nacional y unidades militares por si fuera preciso. Es la hora del 155.