Hoy está muy en boga hablar de la Memoria Histórica, sin embargo, si se investiga sobre ella, ese estudio debe ser totalmente imparcial, citando sin exclusión las víctimas y demás hechos que tuvieron lugar en cada uno de los campos enfrentados, en nuestro caso, republicanos y sublevados, comúnmente llamados entonces "rojos" y "nacionales". Hoy, quizá por motivaciones políticas, se tiende a hablar únicamente de lo sucedido en el bando de Franco. Históricamente no es correcto, como igualmente diríamos si fuera al contrario. Partiendo de algunas fuentes archivísticas conservadas, nos ceñimos a casos concretos de desaparecidos de nuestra provincia, datos elaborados al finalizar la guerra en el año 1941.

La Fiscalía del Tribunal Supremo del Ministerio de Justicia, envió una circular con una tabla que el alcalde de cada pueblo debía rellenar con los datos solicitados. La respuesta se daría en un plazo máximo de quince días. En el estadillo debía aparecer el nombre de las personas del pueblo que habían sido asesinadas, desaparecido, o que encontrándose en otro lugar, no se tenían noticias de ellas; profesión, filiación política; cargos públicos que había desempeñado; fecha de su muerte; lugar donde se encontró su cadáver; personas sospechosas de haber participado en el crimen con su nombre y apellidos; así como todo tipo de observaciones que se conocieran del individuo. De no haber ninguna fallecido del pueblo, el alcalde debía enviar el estadillo en blanco o poniendo "Ninguno". La mayor parte de los citados se hallaban fuera de la localidad. Partidos judiciales y pueblos con víctimas, casi siempre antirrepublicanas, fueron: Toro: Un albañil que luchaba en el Alto del León (Madrid) al tratar de pasarse al bando nacional (era de Castronuevo); obrero de derechas desaparecido (de Tagarabuena). Benavente (población): dos falangistas, uno vivía en Madrid y el otro en Valencia; un industrial con negocios en Oviedo y León y un confitero que residía en Toledo al pasarse a las filas nacionales. Puebla de Sanabria: tres fallecidos, sin más datos, dedicados al comercio (de Espadañedo); un comerciante falangista cuyos restos se hallaron en Toledo (de Otero de Centenos); cinco personas de diferentes profesiones que vivían en Madrid, uno de ellos, taxista junto con su mujer (excepción) murió en un bombardeo de la aviación (eran de Otero de Sanabria); cinco hombres de profesiones distintas, todos residían en Madrid excepto dos en su provincia, uno en Zarzalejo y el otro en El Escorial de Abajo que fue asesinado por Julián Hoyos, El Tuerto, (de Palacios de Sanabria); un religioso que se hallaba en prisión, fue fusilado en la Cárcel Modelo de Madrid (Rionegro del Puente); dos personas asesinadas y ausentes del pueblo, una en Almagro (Ciudad Real) y la otra en Los Yébenes (Toledo), este hijo del Secretario del pueblo que certifica con dolor su defunción (Valparaíso). Bermillo de Sayago: un soldado que al irse voluntario formaba parte de las milicias republicanas (Muga de Sayago); dos hombres, uno guardia civil fusilado en una carretera de Toledo y otro desaparecido en el Cuartel de la Montaña (Madrid) (Villadiego de la Ribera). Alcañices: dependiente de comercio que vivía en Orgaz (Toledo) (Boya); religioso de la Orden del Corazón de Jesús de El Escorial (Moreruela de Tábara); tres frailes y una monja residentes en ignoradas localidades (Villalcampo); soldado del bando nacional muerto en el frente de Teruel (Viñas de Aliste). Zamora, de su partido judicial, recogemos sólo dos, el abogado Valeriano Rivera García que fue alcalde de la capital y el periodista Luis Calamita Ruy-Wamba, muy ligado al periódico Heraldo de Zamora, ambos ametrallados en Paracuellos del Jarama (Madrid). Las guerras, sobre todo las civiles, son muy cruentas. ¡Evitémoslas!