Hace unos días escribía en este mismo periódico un artículo donde expresaba mi preocupación por la despoblación y muerte de nuestros pueblos e incidía en las nefastas consecuencias que producía el fuego en la supervivencia del campo y, por tanto, en la vida de los pueblos. Esta reflexión vino a cuento por unas declaraciones del delegado territorial de la Junta de Castilla y León que invitaba a denunciar a los vecinos que queman, "que tienen nombre, o a identificarlos, porque viven en el municipio". Al hilo de esta declaración, me preguntaba por qué ni medios de comunicación ni políticos habían puesto en tela de juicio a ninguna empresa de servicios, que por causa del fuego mueven ingentes cantidades de dinero.

Pues bien, la alarma ha saltado, aunque todavía discretamente, en algún medio nacional y de manera más intensa en alguno extranjero. Todo proviene de la denuncia de un funcionario de la comunidad Valenciana, que se encontraba en la mesa de contratación, ante la Agencia de Competencia al ver indicios de colusión (acuerdo entre empresas para manipular concursos públicos) es decir, por posible fraude en la adjudicación de contratos a determinadas empresas, contratos que supuestamente estaban amañados. Pero curiosamente el juzgado valenciano se inhibió y envió el caso a la Audiencia Nacional, debido a las múltiples implicaciones regionales, afectando al ámbito no sólo nacional, sino también internacional, al encontrar ramificaciones de esta supuesta red de corrupción fuera de España.

La magistrada Carmen Lamela, del Juzgado Central nº6 de la Audiencia Nacional se ha hecho cargo del caso, dada la "notable extensión" y "la especial gravedad", según manifiesta en el auto, además de tener "una grave repercusión en la economía nacional". A esta trama, que ya se conoce con el nombre de cártel del fuego, la califica de "organización criminal", que habría manipulado la lucha contra el fuego dentro e incluso fuera de España.

Hasta aquí las todavía escuetas noticias que nos van llegando poco a poco, de manera fragmentada, pero esperemos que la justicia vaya dando luz a este grave problema que afecta al campo, a los pueblos y a sus gentes. No cabe duda que en este país hemos llegado a unos niveles de corrupción más que alarmantes, donde la gente se ha acostumbrado a mirar para otro lado y, sobre todo, que estamos gobernados por un partido asolado por la corrupción, que actúa con la mayor impunidad como si nada fuera con él echando constantemente balones fuera. Las declaraciones del Delegado Territorial son una buena muestra de ello, prefiriendo señalar a pastores, ganaderos y campesinos en general, antes de analizar los problemas desde dentro, haciendo autocrítica, ya que las competencias de vigilancia, control de incidencias y de emergencias están transferidas a las Comunidades Autónomas. Aún recuerdo a aquellos hombres con el correaje y una chapa, llamados guardas jurados, que vigilaban el campo, la caza y la pesca, y que además de esta manera se daba trabajo a vecinos de los lugares que vigilaban. Estos hombres conocían perfectamente los entresijos de los pueblos así como sus términos.

"El cártel del fuego", formado por empresas de servicios aéreos, maneja de las administraciones autonómicas cientos de millones de euros. La Audiencia Nacional estima en principio un posible desfalco de 277 millones de euros por supuestos contratos amañados que ha causado "un importante perjuicio económico para el erario público". Como uno, viendo lo que ve, se hace mal pensado, no puede evitar tentaciones y malos pensamientos, lo que me lleva a reflexionar qué pasaría si estos millones generaran empleo en el campo para fijar población en los pueblos, evitar la despoblación y, por tanto, darles una inyección de vida, que en definitiva es lo que necesitan. A veces también se me pasa por la cabeza cavilar sobre "estas organizaciones criminales", como las llama la juez, y que puedan estar detrás de tanto fuego y no los pastores y ganaderos, como nos han hecho creer, aunque pueda existir algún desaprensivo que, incentivado o no, pueda provocarlos. Pero, claro, estos no son más que malos pensamientos?