A D. Luis Díaz Sanz, un auténtico señor y amigo.

Decían nuestros "tataras", que le mayor aprecio y valor de las personas era lo que denominaban "altura de miras", "afán de servicio y entrega a cualesquiera que le necesitaran", "ánimo de superación constante en sus facetas laborales, familiares, ciudadanas, religiosas, etc.", "seriedad en el trato", "bonhomía", "presto a escuchar", "espíritu de comprensión" y " dar sano y fundamentado consejo", "fiel y veraz contribuyente a la Hacienda Pública", "padre ejemplar entregado a la educación integral de sus hijos junto con su esposa", "marido considerado, atento, respetuoso, amable, etc., etc.,etc., con su pareja", "el respeto y consideración hacía los demás", etc. Lo que no se valoraba en la persona era la apariencia física, el patrimonio, las rentas, el "ser encantador de serpientes", y demás. Se ponderaba lo "auténtico"; las formas y maneras en que se contribuía, con el esfuerzo, a cumplir con sus diferentes obligaciones de todo tipo y naturaleza, pues así se hacía una sociedad más próspera y justa.

Un "extraterrestre" se sorprendería al conocer; y, supongo que saldría huyendo hacía su planeta al saberlo; como es la sociedad actual, especialmente la del denominado "mundo desarrollado" materialmente, porque espiritualmente está en la época del "paleolítico". Se defrauda al Tesoro Público todo lo que se puede, recuerden aquello de la "factura del fontanero", con IVA o sin IVA, y luego queremos unas obras y servicios públicos de primera, "manda cuj?" que dirían en nuestra querida y laboriosa tierra catalana; se "da la patada" a cualquier tipo de relaciones humanas, "sin ton ni son"; la ley que más se observa es la del "mínimo esfuerzo"; la" sinceridad" brilla por su ausencia; no puedes "dialogar y confiar" con casi nadie, pues la p..envidia, la carencia de la más elemental educación hace que bastante gente, y por decirlo suavemente lo chive, lo cotillee, etc, ; o te "suelten la primera patochada" que se les ocurra, por ofensiva que puede ser para el otro interlocutor; sin importarles a estos sujetos/as, la desconsideración, y perdida de respeto y aprecio que conlleva para quiénes así proceden.

Y qué decir de algunos "supuestos" profesionales del "foro", algunos además auténticos "meapilas", que no cumplen con sus misiones laborales al no aceptar llevar "casos"; o "mentir como bellacas", al engañar a su cliente, y luego no hacer absolutamente nada; vaya respeto a la profesión que, para más c?, han jurado respetar con la observancia de un código deontológico que se lo pasan por el "forro de ?.".

Y la verdad, lo que sorprende es ver a tanta "criatura" con tanta mochila; supongo que llena de material escolar para el aprendizaje necesario para la vida, para saber "ser y estar", para ser respetuosos y agradecidos a quiénes le precedieron, les están formando y les dan la "sopa boba", ..; y que poquísimo trato adecuado hacía los demás tienen. Quizá el que sus progenitores no sean padres, y sí unos consentidores de todo tipo de pelaje; el que los maestros, no tengan auténtica vocación para la enseñanza, que no se hayan estudiado todo lo debido durante la carrera, que no se les respete por quiénes trajeron a este "valle de lágrimas" a sus "retoños", etc. Ya pueden venir leyes de educación "a gó gó", que mientras no se tengan ganas de aprender y de enseñar, vamos "habiaos" que diría la gente mayor de mi pueblo, sabía por la experiencia que da la vida, la mejor universidad del mundo mundial.

No obstante lo cual, quedan algunas personas, poquísimas, todo hay que decirlo, de las que es un orgullo que nos distingan con su amistad, por su caballerosidad, su sentido del deber, su respeto a la amistad, y, por ello su entrega y dedicación cuando se les necesitan, y, en muchos casos, adelantándose a la petición de ayuda y consejo. Ejemplo, la persona a quién va dedicada esta "epístola".

Marcelo Bragados