El presidente Rajoy le ha aconsejado a Puigdemont, el boss del independentismo catalán, que más vale que no insista, como insiste, con el referéndum porque sabe que no se va a celebrar y ello le va a conducir directamente al ridículo, aunque el ridículo ya lo están haciendo porque aunque la consulta se llevase a cabo de modo clandestino y chapucero carecería de cualquier validez y no serviría más que para acabar de estropear las cosas.

Y no solo se ha dirigido Rajoy al presidente de la Generalitat sino a Pablo Iglesias, el de Podemos, al que ha recriminado su tontería de decir que en Cataluña había presos políticos tras la detención de algunos altos cargos del Govern, ya puestos en libertad. Verdad es que de esa historia de los presos políticos saben mucho los comunistas, pero más que porque lo hayan sufrido, que también, por la cantidad de cautivos, millones, que el carnicero Stalin mandó a los campos de Siberia, lugar de irás y no volverás. Ha confundido Iglesias presos políticos con políticos presos, que es de lo que se trataba, en realidad, imputados por varios presuntos delitos, el de sedición entre ellos. Este si que ha hecho el ridículo con esas declaraciones.

Claro que la conjunción ridículo-Podemos no es nada nuevo, porque ya se inició cuando hicieron la pinza con el PP, en la sesión de investidura de Sánchez, para que no gobernase una alianza de PSOE y C´s, y eso tras aquellos peripatéticos ofrecimientos de pacto con los socialistas exigiendo vicepresidencia y las carteras más comprometidas. Y no paran en esta línea, porque ahora y desde el País Vasco han salido los de Podemos en aquella región apoyando el referéndum catalán, por supuesto, pero a la vez aprovechando la oportunidad para pedir otro referéndum para ellos en el que se contemple a las provincias vascongadas, como se las llamaba en la dictadura, como una nación dentro de un Estado federal o confederar, lo que enlazaría con la vieja idea del PSOE al que ahora tratan de camelar de nuevo a ver si consiguen una moción de censura contra Rajoy con ayuda de los partidos independentistas. Pero va a ser que no, sin ninguna duda en ningún caso.

No cesan aquí los motivos de hacer el canelo o el ridiculo, y ahí está de nuevo Podemos ahora llevando al Congreso la importantísima y trascendental cuestión, de que los uniformes colegiales se compongan de chaqueta y pantalón para todos, niños y niñas, sin distinción de género que es de lo que se trata. La idea, con la que llevan tiempo dando la lata las feministas radicales, la ha hecho suya ahora el partido que alberga a la gran mayoría de estos grupos totalitarios. Esa es la idea de libertad de la izquierda marxista: imponer hasta la forma de vestir, para que no haya roles de género desde la infancia, dicen. ¿Y porque no la falda para ellas y ellos? Eso también sería igualdad. ¿O el pantalón por debajo y por encima un vestido, como una chilaba, para todos? Los de Podemos ya parecen uniformados con sus camisetas y vaqueros, que se tienen solos. Esperemos que no quieran imponernos la coleta de su jefe.