A ver si se aclara esta izquierda que tenemos en España y que para nada se parece a su homóloga europea. La "nación de naciones" de Pedro Sánchez se ha quedado obsoleta. De lo que hay que hablar a partir de ahora es del "país de países" de Pablo Iglesias. El iluminado podemita sigue defendiendo a capa y espada la división de España, sigue fomentando su desmembración y a ser posible la repartición entre ellos y sus mareas.

Menos mal que ahí está Pedro Sánchez. Solo él y el PSOE que representa van a acabar con el problema. ¿Cómo? Ofreciendo diálogo a los que no quieren dialogar. Ofreciendo diálogo a los que llegan con imposiciones y chantajes. Y, cuando no lo consiga ¿qué dirá y, sobre todo, qué hará entonces? Porque aquí nadie es más que nadie, salvo que entre todos se dediquen a matar a España y ella solita acabe muriéndose. ¿Cómo? Fraccionándola en no sé cuántos pedacitos. No se puede hablar de diecisiete pedazos, porque hay pueblecitos de más y de menos de cinco mil habitantes cuyos alcaldes están pensando en independizarse y fundar su propia república. Los muebles y demás enseres los pondrá Ikea. La pasta, el gobierno de España. Tal y como quiere la Cataluña de Puigdemont.

Cada vez que Pablo Iglesias abre la boca, la caga, con perdón. En plan escatológico porque todo lo que este chico hace y dice huele que apesta. Parece que siguiera al pie de la letra los dictados del venezolano Maduro, del iraní Hasan Rouhaní o directamente de otro iluminado muy en boga, el norcoreano King on-um, ese demente que ha llamado a Donald Trump "viejo chocho desquiciado". Y todo porque el "viejo chocho desquiciado" le ha plantado cara y presentado batalla. Son tal para cual. Que no me den a elegir, pero si no quedaran más cachabas que hacerlo me quedaría con el yanqui porque a pesar de los muchos defectos de Yanquilandia, me fio más del americano que del norcoreano. Está como una puta cabra. Entre estos dos nos van a llevar a la Tercera Guerra Mundial. Iglesias puede que nos conduzca directamente a una guerra civil. Parece gustarle la confrontación y alinearse con los que quieren fraccionar

España.

La nación de naciones de Sánchez y el país de países de Iglesias no conducen nada más que a la confrontación y a la división. Que se lean la Carta Magna de los distintos países europeos que estrellan su suerte junto a España y comprobaran como en todas ellas se habla de la indisoluble unidad del país de que se trate. Y da igual que sean Francia, que Italia, Alemania, Reino Unido, Holanda o Polonia. Solo Liechtenstein, Etiopia y San Cristóbal y Nevis que es un estado insular caribeño, prevén el derecho a parcelar su territorio. Solo tres países de los 193 estados reconocidos por las Naciones Unidas. Lo que son las cosas, tampoco el texto legal con el que el separatismo pretende dotarse tras la independencia prevé el derecho a la secesión de ninguna comarca o provincia de la pretendida república catalana. Ni Mollerusa, ni Tarrasa, ni Figueras, ni Reus. Pero a España que le den por el saco.

A ver si Sánchez, Iglesias y Puigdemont se enteran de una pajolera vez que el blindaje de la unidad territorial es la norma y no la excepción en los países de la UE y en todos los demás.