La primera propina que recuerdo se elevó a la desorbitada cantidad de una perra gorda, más o menos lo que nos cobraban a los críos por entrar al baile en mi pueblo. Allí corríamos como posesos jugando a pillarnos o a la guerra y molestando a las parejas de casados, novios y aspirantes a ello que le daban al pasodoble bajo la mirada de las señoras mayores, acomodadas en los bancos que rodeaban la pista. Así que una perra gorda, diez céntimos de peseta, el doble que la perra chica, era un capitalazo que te abría los domingos por la tarde las puertas de la diversión.

Con el tiempo y los recuerdos infantiles acumulados, sentí curiosidad por saber por qué se llamaban perras a aquellas monedas color aluminio que pesaban menos que un suspiro. Alguien me contó que habían heredado el nombre de una moneda de finales del XIX más grande, más pesada y más oscura, con aleación de cobre. Tenía dibujado un león en una de sus caras, pero estaba tan mal hecho que la gente empezó a llamarlo perro y de ahí, por aquello de que la moneda es femenina, se pasó a la perra. Como dicen los italianos, si no es verdad, está bien traído. O sea que las perras que yo conocí descendían de un rey de la selva venido muy a menos y más feo que Picio. Quizás por ello, por el león perruno, hablar de perras tenía un doble sentido. Si se decía de alguien que tenía muchas, equivalía a afirmar que era rico, pudiente. A la vez, indicar que algo valía "cuatro perras" significaba insignificancia, nimiedad, poca cosa.

Tan dados como somos los españoles a los refranes, los dichos y las frases hechas, lo de "cuatro perras" tomó cuerpo y se instaló en el imaginario colectivo del que va desapareciendo porque las nuevas generaciones ya no saben ni que eran las perras, ni los reales, ni casi, casi las pesetas. Pero aun queda mucha gente que sigue usando la expresión con un toque de guasa, ironía y hasta sarcasmo del punzante. La oí recientemente en una conversación surgida tras una noticia de esas que impactan.

-Oye, que España no va recuperar unos 40.000 millones de euros del dinero prestado para salvar los bancos, dijo don Teolino, alarmado él.

-Bah, cuatro perras de nada, contestó don Cleominio quitándole (o poniéndole, vaya usted a saber) importancia al asunto.

- Ya, ya, cuatro perras, pero tendremos que pagarlas entre todos; y tocaremos a mucho.

- Y si lo traduces a perras gordas, no veas a cuanto sube el pico.

Unos 40.000 millones de euros, cuatro perras de nada. Gordo, muy gordo. Sin embargo, la noticia ha tenido poca repercusión en la opinión pública. Como Cataluña lo absorbe todo (y más que va a absorber o chupar), pues lo de los bancos ha quedado sepultado, muy cerca del anonimato. El personal todavía no parece ser consciente de la gravedad del problema, No es que haya que pagar a escote esa cantidad, ni que le vayan a descontar a uno "cuatro perras" de su nómina o su pensión, no; ocurre simplemente que con esos 40.000 millones que se van a regalar a la banca se podían hacer muchas cosas. Suponen, más o menos, el presupuesto de cuatro años, toda una legislatura, de la Junta de Castilla y León. Bueno, pues la mayoría de esas acciones (ayudas, obras, atenciones sociales, investigación, salarios) en las que usted está pensando tendrán que esperar porque hay que devolver esas "cuatro perras" que nos prestaron para que nuestro sistema bancario, alabado hasta la saciedad, ya ves que olfato, no diera el petardazo y se llevara los ahorros como un Fórum Filatélico cualquiera.

La escasa reacción de la sociedad (ya no existe más que el embrollo catalán) ante semejante problemón demuestra una vez más que aquí nos preocupamos muy poco, o nada, de lo público, de lo de todos. Si nos quitan dos euros de un pago o nos los cargan indebidamente, montamos en cólera. Ahora bien, si nos endosa el Gobierno 40.000 kilos, ni respiramos. Alguien los abonará; a mí que me registren. Nos hemos habituado a estos chanchullos como parecen demostrar otras dos inquietantes informaciones de estos días: según un estudio de la Universidad de Tubinga, España es la tercera nación del mundo con más dinero negro, con más economía sumergida, y es también la que más multas recibe de la Unión Europea por vulnerar o saltarse a la torera normas de Bruselas. En lo del dinero negro, solo nos ganan Grecia, medalla de oro, e Italia, plata. En lo de las sanciones, le sacamos un par de cuerpos a los siguientes incumplidores.

Más del 17% del PIB en economía sumergida. ¿Y qué? Millones y millones en multas por no hacer caso a las directrices europeas. ¿Y qué?

-Cuatro perras, don Teolino, cuatro perras de nada.