Pocas cosas resultarán tan paradójicas como el hecho de que un pastor trate de convencer al rebaño encomendado de que el lobo no existe. Eso es justamente lo que hoy quiero denunciar en relación a aquellos enviados del Señor y de su Iglesia que son los primeros engañados por lobos vestidos con piel de cordero, merecedores por ello de un buen puesto en las filas del "progresauriado". Dado que otros estamos lejos de hacer carrera eclesiástica, ni en esas filas ni en las contrarias, nos parece un poco más sensato fiarnos mayormente de los consejos de San Pablo que de esas otras líneas de pensamiento más aplaudidas. Claro que Dios es y está antes y después de nada, pero también es necesario hablar de Él alguna vez en la perspectiva de colaborar con Él en la actual lucha contra el mal.

Es por ello que recomiendo la lectura meditada de la carta a los Efesios 6, 10...: estad firmes ante el ejército enemigo, sin doblegarnos; ceñir la cintura con la verdad (y más en esta época, añado yo, en que se inculca que todo es relativo); revestirse con la coraza de la santidad (frente a tantos que están espiritualmente muertos); calzarse los pies con la prontitud del Evangelio de la paz (personal y social); embrazar el escudo de la fe y tener siempre como yelmo el horizonte de la salvación hacia la que nos dirigimos (el más allá); empuñar la espada del Espíritu de la Palabra de Dios para defendernos de las tentaciones y atacar y hacer huir al Tentador (como hizo Jesús en el desierto).

Todo esto y mucho más parece haberlo vivido en primera persona alguien que, antes de eso, fue un ateo militante durante muchos años y que se definió a sí mismo como "el más despreciable y reacio converso de toda Inglaterra". Me refiero a C. S. Lewis, uno de los escritores más influyentes de nuestra época. No solo escribió célebres obras para adultos sino que también nos ha dejado libros para niños que se han llevado a las pantallas de cine, como ha sido el caso de "Crónicas de Narnia". Pero quisiera destacar y recomendar una de sus obras más brillantes e inteligentes: "Cartas del diablo a su sobrino". Se trata de la correspondencia entre un demonio anciano y retirado y otro joven y a punto de estrenarse con un "paciente". Les aseguro, amigos lectores, que esta será de esas pocas veces que, después de rumiar con detención esta joya literaria, no le cabrá la menor duda de que el autor ha dado en el centro de la diana, en relación a muchas y muy variadas vivencias de nuestro mundo interior y de las relaciones con los demás. No se trata de obsesionarnos con el mal espíritu pero nos hará mucho bien tener en cuenta algunas de sus mentiras y trampas más frecuentes para no caer en ellas y ser más felices.