Hoy, después del Ángelus, cuando el Ángel del Señor anunció a María, en el primer templo de Zamora, la catedral, sonarán campanas de boda. Se casan Héctor y Laura. El novio tiene nombre de héroe griego, como aquel príncipe troyano encargado, en la Guerra de Troya, de la defensa de la ciudad frente a las hostilidades de los aqueos. La novia tiene nombre de heroína de novela, como la protagonista de la famosa novela de Vera Caspary que Otto Preminger llevó al cine con Gene Tierney de protagonista

Las familias Rodríguez Monteso y Pérez Asensio celebran por todo lo alto el enlace de sus hijos. Y yo que quiero con locura a Laura, por cierto, psicóloga de cabecera del Club de La Opinión, y a sus padre Jose y María José, estoy feliz porque todo en derredor de esta parejita, respira armonía y felicidad, ambos tienen la cabeza muy bien amueblada, saben lo que quieren y hacia dónde van, tanto en sus vidas profesionales como en esta que a partir de hoy inician en común.

La suya es una historia preciosa. Héctor y Laura se conocieron la Nochevieja de 2015. Esa noche Cupido hizo un gran trabajo porque fue el comienzo de una bonita relación que no culmina hoy, si no que avanza con firmeza, presidida por el respeto y el amor más profundos. Y eso hay que celebrarlo. Primero en la catedral. Oficia Florentino Pérez, mi sacerdote favorito y el de Laura. Tino es una garantía para la ternura, la humanidad, el detalle, todo lo que viniendo de este curica joven siempre es tanto, y con posterioridad en el lugar de celebración del cóctel y el almuerzo nupcial.

Los novios tienen planteamientos vitales muy parecidos. Son dos personas comprometidas. Laura es perfeccionista, tremendamente humana, inteligente, habilidosa y muy familiar, nada que no suscriban cuantos la conocen y la quieren, Héctor es un empresario incansable, un torbellino y también muy familiar. Entre los sueños que comparte con Laura, destaca el de formar una familia. Conociéndoles cabe decir que ella es la mujer de la vida de Héctor y que él es el hombre de la vida de Laura. Estaban destinados a encontrarse, a conocerse, a quererse y respetarse hasta que la muerte los separe. En lo bueno y en lo malo, en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad, como les recordará hoy Tino. Lo tienen asumido.

A simple vista se percibe el amor que se profesan. Hoy ese amor quedará bendecido. Todos cuantos vamos a arropar ese instante único del Sí quiero, vamos a vivir momentos muy especiales, momentos entrañables que permanecerán de por vida en el recuerdo de los contrayentes y de los varios centenares de invitados. Si es verdad que al amor le basta con amor, en Héctor y Laura hay mucho amor, rebosa a través de sus miradas y de su piel.