Último aviso serio del Gobierno a los independentistas catalanes, con hechos y no con palabras. Habrá que ver si se necesitan nuevas y definitivas acciones para mandar al corral el toro del secesionismo propugnado desde la Generalitat y sus adláteres aventureros, con poco que perder y más que ganar pero que pueden perder todo, mucho más allá de lo previsto y apostado. La Guardia Civil que ya había incautado estos días pasados miles y miles de carteles del referéndum pidiendo el sí, y había intervenido listas y notificaciones electorales, ha detenido a l4 altos cargos y ha entrado en consellerías y organismos sospechosos de participar en la preparación del referéndum que no se celebrará.

Aunque Puigdemont siga diciendo que se llevará a cabo, sea como sea y donde sea. El presidente del Govern catalán parece haber perdido definitivamente los papeles, si es que alguna vez los ha tenido pues en realidad no ha sido más que un hombre de paja, y continúa desbarrando una y otra vez, irresponsablemente, acusando al Gobierno de suspender la autonomía e imponer el estado de excepción, y animando a los catalanes a salir a la calle a defender el referéndum, una actitud que está provocando concentraciones e incidentes y que puede costarle muy cara no tardando, porque el Gobierno sin aplicar aun la ley de seguridad nacional ni el articulo 155 de la Constitución, lo que no significa que no se acabe utilizando una u otro, está demostrando ahora su plena disposición de acabar a través de la justicia con la intolerable pantomima que demasiado se ha alargado por no cortar de raíz en su momento.

Los altos cargos detenidos, procedentes en buena parte del entorno político de Junqueras, el de Ezquerra Republicana, son piezas de segundo o tercer orden en el tinglado independentista, pero su arresto por las fuerzas del orden nacionales supone un serio aviso a los navegantes que andan por encima de ellos y que de proseguir en el mismo camino pueden encontrarse con que sean los próximos en tener que rendir cuentas ante los jueces, que suman ya una veintena de imputados en relación con el movimiento separatista y la desobediencia a los tribunales. Sin que Puigdemont pueda ser una excepción por su relevante posición dado que las leyes autorizan en casos semejantes a apartarle de la autoridad que desempeña. La apuesta independentista ha sido muy fuerte, pero en realidad ha sido mas una postura, un tratar de engañar a los catalanes apoyándose en la demagogia nacionalista, porque siempre han sabido en el fondo que era un desafío desigual pues el Estado es siempre más fuerte que las regiones que lo conforman, y en tal tesitura el pez grande siempre se come al pez chico.

No está escrita la última palabra, pero cada día que acerca al 1 de octubre, la posición de los secesionistas, por más que galleen, se resquebraja y pierde fuerza. El Gobierno advierte a Puigdemont que no busque en la calle la legitimidad que no tiene y Rajoy reitera que no habrá referéndum y que aun están a tiempo de evitar males mayores si regresan a la ley. Una postura que apoyan PSOE y C´s, totalizando la mayoría parlamentaria, mientras desde Podemos, indignamente, se habla de presos políticos.