El viernes, 15 de septiembre disfruté de la vida en Baeza. Mi antiguo alumno que hoy es el director del Instituto Santísima Trinidad, me invitó amablemente, como viene haciendo todos los años, desde 2012. Aquel año, el ilustre Claustro de Profesores, por él dirigido, me concedió la Primera Medalla de Oro del Instituto, como antiguo profesor muy implicado en la vida del Instituto y de la Ciudad de Baeza, desde 1965 hasta 1977. Y, correspondiendo a tal amabilidad, he venido acudiendo puntualmente a la Solemne Inauguración del Curso en el que siempre he considerado "mi instituto", a pesar de haber dirigido los dos primeros de Móstoles y haber ejercido la docencia 19 años entre la Escuela de Magisterio, en Guadalajara, y la Facultad de Filosofía y Letras (las dos de la Universidad de Alcalá de Henares), donde me jubilé el año 2000, al cumplir los 70.

gual que cuando llegué a Baeza el 1 de octubre de 1965, también este año, para esperar, con inmensa satisfacción, al acto en el instituto (aquel año de mi toma de posesión como profesor adjunto numerario de Filosofía, como en marzo de 1967 de catedrático), dí un paseo por el de Las Murallas, contemplando el maravilloso "campo de Baeza" que inspiró a Machado "Caminos", el poema más leído de su repertorio, y aquel otro "Cantar" en el que dice: "Campo de Baeza, soñaré contigo cuando no te vea". Pero algo antes de las once, bordeando la Cate-dral bajé por la cuesta de San Felipe, contemplando el ameno jardín que existe hoy entre el antiguo Seminario y el Palacio de Jabalquinto, para entrar en el Instituto por la puerta que era en aquellos tiempos la de profesores y hoy es de uso común entre profesores y alumnos.

Allí me cerró el paso, obligándome a realizar una verdadera "escalada", un escalón tan alto hoy que me resulta imposible para haberlo superado durante doce cursos completos en mis primeros años de Baeza. Eliminarlo supone necesidad de hacer obra; un grupo nume-roso de los que entonces enseñábamos allí hubiéramos exigido que se hiciera tal obra; con mis 35 años era yo el más joven de los que componíamos el Muy Ilustre Claustro de Profesores. Son cosas de estos nuevos Excelentísimos Ayuntamientos, que, para mejorar las aceras, des-truyenpequeños escalones supletorios a la entrada de ciertos edificios, aunque éstos hayan merecido ser declarados "Monumento Nacional". En este edificio sí se ha respetado -no podía ser menos- la entrada en escalera de la capilla que completa la monumental antigua Universidad de Baeza y está dedicada a san Juan Bautista, más allá de la gran puerta que siempre fue la de entrada para los alumnos, que disfrutaban con ella del patio mayor y de monumentales arcadas en la segunda planta, sobre las columnas elevadas en la misma planta del patio

A las doce, después de estar sentado en el despacho del director y haber saludado allí al disertante y las numerosas autoridades que fueron llegando, nos dirigimos todos al Paraninfo de la antigua Universidad, donde se celebran todas las actividades importantes. Este año fueron numerosas las autoridades: Tal vez por ser el disertante el delegado de la UNED para toda Andalucía, Ceuta, Melilla y Canarias, estuvieron allí el presidente de la Diputación Provincial, la delegada, la consejera de Educación, la secretaria provincial, la concejala de Educación y alcaldesa de la ciudad, que presidió el acto, junto al director del instituto y demás autoridades, acompañando todos al delegado de la UNED, antiguo alumno del iInstituto, que manifestó la emoción que le había producido abrazar a su antiguo profesor de Filosofía, portador hoy de la primera Medalla de Oro del Instituto.

La interesante disertación de Andrés Medina Gómez, centrada en la función educativa actual, comparada con la que él y otros versados en el tema ansían para mejorar lo presente y perfeccionarlo, fue seguida por todos los presentes, entre los que había un nutrido número de alumnos del Instituto, que siguieron con inusitada atención las palabras del orador. Con este ejemplar comportamiento continuaron demostrando el modélico proceder de los alumnos del Instituto Santísima Trinidad de Baeza, admirado siempre en la Universidad de Granada a la que acudían antaño para seguir estudios universitarios.

Terminado el acto, que cerró con sus palabras la señora alcaldesa, visitamos el impresionante Museo de Ciencias Naturales y la Biblioteca, organizada magistralmente y preparada para recibir a diario a los estudiantes, que la visitan en los recreos y ratos libres. Y salimos del instituto por la pequeña puerta donde está el escalón que me obligó a aprovechar la reciedumbre de la jamba para descender a la acera , embellecida por Ayuntamiento de Baeza, que eliminó la pequeña elevación antigua allí existente.