Querer ser diferente entre sus iguales no le está dando el resultado apetecido al gobierno de Puigdemont. Tanto gobierno y tanta gaita, tenía que llevar algún día al error y al horror. Precisamente ese de creerse el gallo del corral patrio, creerse por encima de las leyes, de la Constitución y del Estado de Derecho. Ir en contra de lo que se piensa y opina en el resto de Europa no es bueno para la salud de Cataluña. Tanto han tensado la cuerda que se está rompiendo.

La enfermedad que corroe al independentismo catalán, cabe esperar que no sea contagiosa dados los resultados, les lleva a situaciones parecidas a las que se vivían en el Far West. Arran, las juventudes de la CUP, vuelve a tener actuaciones impropias en una democracia, impropias en un régimen de libertades. Señalar de la forma que lo están haciendo a todos cuantos no quieren pasar por el aro de la Generalitat, les está llevando a cometer errores de bulto que reflejan bien a las claras la mala baba del independentismo.

Arran, subía el pasado lunes un peldaño más en su campaña de intimidación a los alcaldes y concejales que se niegan a romper con la legalidad vigente. Han editado un cartel con las caras de los catorce ediles de Lérida que se niegan a facilitar el referéndum ilegal del 1-O. El lema retrata a los cachorros de la CUP: "Assenyalem-los". La traducción es bien facilita: "Señalémoslos". Vamos, una especie del "Se Busca" de los carteles del viejo Oeste americano que da pie a que los "caza recompensas" se pongan a hacer su trabajo. Con ello, se está incitando a los descerebrados de turno a cometer una "hazaña" que al final todos tengamos que lamentar.

No es la primera vez que en Lérida aparecen carteles intimidatorios que buscan algo más que la identificación de los que dicen no al "proces". Miquel Iceta del Partido Socialista de Cataluña, Xavier García Albiol del PP, Inés Arrimadas de Ciudadanos se han visto retratados en más de una ocasión soportando "pies de foto" como este: "Quienes niegan el democrático derecho a la determinación son enemigos del pueblo. Tratémoslos como a tales". El autor del texto pone de manifiesto su demagogia. Eso de llamarse y llamarnos pueblo lo emplean muy a menudo los demagogos. Tampoco es la primera vez que estas y otras actuaciones de cariz parecido obligan a la Fiscalía a abrir una investigación sobre lo sucedido.

El empecinamiento de Puigdemont y los suyos está empujado al Gobierno a la aplicación total o parcial del artículo 155 de la Constitución. La cosa es muy seria. El Psoe parece volver en sí, sentirse un partido con sentido de Estado y parece rebajar su rechazo a la aplicación del citado artículo. Si hay vacuna para evitar el contagio, algo deberá hacerse con ella. Lo que sea, menos dar alas al independentismo y sus posibles brotes. Puede haberlos.