Hace unos pocos días andaba por ahí un voceras del Gobierno haciendo la ola a Rajoy al asegurar que había cumplido todos sus compromisos económicos lo que había permitido salir de la larga crisis gracias a tan buen gestor con el que se encaraba un futuro lleno de optimistas perspectivas. O algo así, lo que les dice Rajoy que digan y ellos cumplen como buenos y bien pagados mandados que son y por la cuenta que les tiene. No recuerdo quien el era el ministro en cuestión pero es igual porque la gente ahora no conoce a los ministros ni tiene el menor interés en conocerles.

Lo que pasa es que las cosas no son exactamente así. Ni siquiera en lo económico, el tablón salvavidas al que gusta de aferrarse Rajoy, cuando los separatistas catalanes le tienen cercado y los españoles seguimos todavía a la espera de su reacción, aun creyendo mayoritariamente en su promesa de que tal referéndum no se va a celebrar. Y no son las cosas tan triunfales como se ven desde el Gobierno porque hay un dato que no se ha aireado mucho pero que es de lo más revelador en cuanto a la manida creación de empleo se refiere: el 31 de agosto pasado se perdieron en España, en un solo día, más de 300.000 empleos, y de ellos 800 en Zamora. ¿Qué pasaba? Sencillamente, que acabaron muchos contratos temporales, lo que además hacia bajar el número de cotizaciones a la Seguridad Social. Y acabaron tantos contratos porque, como siempre se ha dicho, la inmensa mayoría, más de un 90 por ciento, eran empleos de carácter temporal, para los meses de verano. Por lo que a la provincia respecta, las contrataciones con carácter indefinido se quedaron en un 4 por ciento, batiendo récords anteriores.

No está el asunto para tirar cohetes tampoco en lo económico, pues, por mucha propaganda que se le eche. Que se está algo mejor que antes, que hace dos o tres años, sí, nadie lo niega. Pero lo cierto y verdad es que la población sigue perdiendo poder adquisitivo a marchas forzadas, tanto los asalariados, que al menos tienen la suerte de tener un trabajo, como los pensionistas. A finales de agosto, el indice de precios al consumo había subido ya un 1,6 por ciento mientras que los sueldos hasta entonces apenas se había incrementado un 1,3. Claro que mayor todavía es la pérdida de poder adquisitivo de las pensiones, que suben como se sabe un 0,25 por ciento al año, lo que significa un 6,8 por ciento menos que los precios. Son datos de Castilla y León, la sexta comunidad que más ha visto incrementar el IPC en este 2.017, incluso por encima de la media nacional, cuando su indice salarial es de los más bajos.

No pinta bien las cosas, porque esos son los datos estándar pero hay aspectos que no quedan recogidos. Muchos precios se mantienen, sí, pero ello se consigue a base de rebajar si no la calidad sí la cantidad de producto que incluye el envase, Es conocido el caso de una marca que decidió, hace poco, meter tres patatas fritas menos en cada bolsa, y ese ejercicio sus beneficios se incrementaron en 5 millones mas. Y luego está lo de los jubilados que han de recurrir muchas veces, por su edad y su estado de salud, a comidas especiales y más caras, el IPC de los ancianos, que existe pero se oculta.