Cada vez más resulta España un país diferente, en todos los conceptos, pero a peor. Nadie puede ni imaginar siquiera que en otros lugares del entorno europeo se levantase una región exigiendo y por las bravas su independencia y su creacion como estado independiente en forma de república. Pero aquí llevamos cinco años así, con ese desafío abierto, que ahora va a llegar a su culminación en cuestión de días, sin que pueda admitirse ningún otro resultado que el mantenimiento del orden constitucional, con el Gobierno de la nación apretando al máximo las tuercas a los separatistas.

Pero no es solo eso, aunque eso sea lo que hoy día flota en la calle, en el ambiente. Porque siguen ocurriendo cosas que resultarían inexplicables en otros países. Aquí resultan inexplicables y además chuscas y de vergüenza ajena. Con tanta razón se ha dicho que aquí no cabe un tonto más, pero sí que caben muchos y muchas. El caso ocurrió hace unos días en la televisión pública andaluza que es una de las pocas, por no decir la única, con una audiencia que pasa de lo testimonial y que siempre ha tenido éxito con sus programas populares y de la tierra, desde la copla al conocimiento.

Pues bien, en uno de estos espacios que al parecer son muy vistos por aquellos lares, su presentador, Juan Imedio, antaño muy conocido por su habitual y celebrada presencia en TVE, había preparado, de acuerdo con su compañera en la presentación del programa, una broma consistente en recortar un tanto con unas tijeras la falda de la mujer, que actuaba como si se negara a ello, aun riéndose. Y ahí quedo todo, salvo que de inmediato y a través de los receptores de basuras y odios de las llamadas redes sociales, se armó la marimorena, con denuncias y más denuncias acusando de machismo y perversión al pobre Imedio. El feminismo radical se había movilizado de nuevo.

No han bastado las explicaciones, naturalmente, ni de ella ni de él, y hasta el comité o lo que sea que el Gobierno de Andalucía tiene en la televisión regional para controlar lo que sale por la pantalla, ya ha anunciado un expediente al presentador, que no sale de su asombro, y a los responsables del espacio que permitieron tamaña ofensa por humorística que fuese. Hubiese ocurrido en cualquier otro lugar, porque las y los vividores de la ideología de genero y la vigilancia de las normas que ellos mismos imponen, están en todas partes. Pero es que de las más de 3.000 asociaciones de feministas que hay registradas y subvencionadas la mayoría, unas 2.000 se distribuyen por aquel territorio, que preside Susana Díaz. Y según se ha sabido cuando el asunto de la granadina Juana Rivas y los dos hijos que no entregó a la custodia de su ex pareja hasta ser obligada por la justicia, casi en cada pueblo andaluz existe una especie de centro de la mujer atendido por una encargada y una psicóloga, ambas con sueldos del erario público, aunque escasos, se precisa, en la comunidad más pobre del país.

Se ha rizado el rizo, como en los tiempos de Arias Salgado, ministro de Franco que obligaba a las presentadoras de TVE a cubrirse con un chal los hombros y los brazos para salir en pantalla.