La del Paseo de Gracia, el pasado sábado, no fue una manifestación de dolor, no fue una manifestación de repulsa al terrorismo yihadista, no fue una manifestación como las convocadas en Francia, en Bélgica o en el Reino Unido. La del Paseo de Gracia, el pasado sábado, fue una manifestación ausente de emoción, con excesiva tensión y demasiadas "esteladas". No se trataba de un ensayo de la Diada, era otra cosa, pero una vez más la paranoia independentista no lo supo hacer, no supo estar a la altura, les queda mucho para alcanzar la categoría de demócratas.

Por mucho que Rosa María Sardá se desgañitase advirtiendo: "No conseguirán dividirnos", en claro mensaje a los asesinos, Cataluña está más dividida que nunca. A quienes había que dirigir mensaje tan contundente, es a Puigdemont, Colau y compañía que colocaron convenientemente, tras las autoridades, a los que vociferaban, a los que avergonzaron a propios y extraños. Psoe, Pp y Ciudadanos coinciden una vez más en señalar que tanta estelada, tanta pitada y tanto abucheo no fue improvisado, fue convenientemente orquestado por el separatismo.

Fue vergonzoso todo lo ocurrido. Fue vergonzosa la falta de respeto a los muertos y a los numerosos heridos. Fue un insulto a España y a los españoles que gracias a Dios no somos como ellos y no pensamos como ellos. Allí no se respetó al Rey, ni al Gobierno de España representado por Mariano Rajoy, pero es que tampoco se respetó la ley. No se entiende bien que esa chusma se crea que todo lo que ocurre en Cataluña tiene que ser utilizado por y para los intereses independentistas.

Quien ultraja a la bandera de España tiene un nombre. Me lo dejaban bien claro en un mensaje que ha corrido como la pólvora por WhatsApp: "Quien el nombre de su patria empaña y al enemigo amor tributa, no es un hijo de España, es un hijo de puta". Destruir carteles con mensajes en el universal idioma de Cervantes que hablan millones de almas en todo el mundo, nos habla bien claro de la catadura de esa chusma. Que los mossos d'Esquadra tuvieran que proteger a los portadores de banderas de España porque prácticamente los querían linchar, denota que a Cataluña la quieren gobernar los violentos.

Pero resulta que los más fuertes no son ellos. Es más fuerte la ley. Es más fuerte el Estado de Derecho. Cómo es posible que en su desfachatez, echaran la culpa al rey Felipe por la venta de armas en España, algo que deploro y de qué forma. No creo yo que sus homenajeadísimos Mossos, acabaran con la vida de los terroristas a base de confeti y serpentinas. Además, los terroristas de la yihad no utilizan armas convencionales, utilizan cuchillos, bombonas de butano, machetes y camiones y furgonetas. Por esa regla de tres que se prohíba la venta de bombonas de gas butano, la de furgonetas y camiones y la de cuchillos, aunque sea para trinchar pollo porque los yihadistas las han convertido en armas. Cada vez entiendo mejor aquella frase de Albert Boadella: "Parte de la población catalana sufre el virus de la paranoia". Menos mal que sólo es una parte. En la manifestación de Barcelona dieron buena muestra de ello.