Quiero hoy contarles a todos ustedes una historia real. Es un relato sobre dos hermanos galgueros (amantes de los perros y de la cultura que envuelve a esta práctica cinegética). Es una hermosa historia sobre este gran deporte que es la caza de liebres con galgos.

Estos dos hermanos son los cimientos de este bello deporte, que emerge de un grupo de amigos siguiendo las normas y obligaciones de los estatutos de la Federación Española de Galgos. Qué grandes son estos señores, que enorme educación galguera tienen. Son espejo para todos nosotros. Ellos formaron el primer club galguero en nuestra provincia de Zamora. Ellos son la gran muralla de este bello deporte, como esa muralla prodigiosa que rodea nuestra querida ciudad de Zamora. Sin mencionar a nuestros protagonistas, los más allegados a nuestro deporte ya sabrán a quienes nos estamos refiriendo, son estos; pues sí, querido lector, ellos son los hermanos Casaseca, los señores Dionisio y Tinín, cariñosamente "Tiniche", que grandes personas. Por vuestras hazañas, por vuestro saber y mucho buen hacer, estamparía vuestros nombres grabados a fuego, en un escudo de bronce para que jamás se borrara y sea ejemplo para todos nosotros.

Yo, hoy, con mis 77 años y en muchas ocasiones no lejos de vosotros, he llegado a comprobar tantas y tantas cosas buenas, que podría llenar de detalles dignos de mencionar en blanco y muchos folios de papel, para dar fe de aquellos cosas elegantes y buenas que aportabais a tal maravilloso deporte. Dionisio, con el altavoz en la mano para nombrar las colleras de galgos, traillero, cargos técnicos, organización en la mano, enfrentamientos con los más desahogados o caraduras, porque también los hay. ¿Y Tiniche? Hombre pacífico y serio, también aportando su granito de arena, dando siempre su empujoncito arrimando el hombre para el buen hacer.

Amigos galgueros todos, sigamos las sendas que estos dos hermanos nos abrieron unos limpios caminos para el engrandecimiento de nuestro gran deporte.

Dionisio y Tinín, mi humilde y gran respeto os otorgo porque os lo merecéis.

Ramón Núñez Velasco