La manifestación del sábado por la tarde en Barcelona en contra del terrorismo yihadista fue exactamente, e injustamente, lo que cabía esperar, tirando a más, lo que se temía que sucediese. En realidad, si siempre cabría preguntarse qué sentido práctico tienen este tipo de concentraciones de repulsa, que para los asesinos representan la confirmación y expresión del éxito de la masacre perpetrada, más que nunca habría que cuestionarse ahora porque el Rey y el Gobierno asistieron a un acto politizado hasta la medula por la locura separatista de Cataluña que acabó colocando sus afanes por encima de las víctimas. Sobre todo, la presencia de Felipe VI era más que discutible sabiendo como se sabía la encerrona que le esperaba, con pitos, abucheos, banderas catalanas y pancartas insultantes. Rajoy sí, Rajoy tenía que ir y dar la cara, pero el Rey no, porque el Rey reina pero no gobierna.

Que la politización de la protesta había sido preparada a conciencia para volverla más contra España que contra el islamismo, teniendo en cuenta además la cercanía del 1 de octubre que la Generalitat mantiene como fecha del referéndum, quedó demostrada precisamente en que los gritos y las pancartas contra el Rey y el Gobierno de España y a favor del separatismo fueron bastante más que las que pudieron verse con el "No tengo miedo" y otras expresiones a favor de la unidad nacional. Había medio millón de personas, cifra oficial que parece muy poco fiable viniendo de donde viene, pero aunque la mayoría seguramente eran catalanes de buena voluntad indignados por la matanza sufrida, fueron los activistas de la independencia, otra vez, los que más se dejaron ver y oír.

Total, que de homenaje a las víctimas menos que de burda propaganda separatista, aprovechada para realizar un nuevo ataque contra la soberanía nacional, con cientos de pancartas llegando a culpar al Rey y a Rajoy de los atentados ocurridos al acusarles de venta de armas a Arabia Saudí, país que según entiende la izquierda paga el yihadismo. Felipe VI mantuvo bien el tipo, aunque no se comprende bien tampoco porque iba flanqueado por dos mujeres con velo islámico en vez de ir flanqueado por familiares de las víctimas en todo caso. Refiriéndose a los abucheos y los insultos con que fue recibido el Monarca, el presidente de la Generalitat ha declarado que no hay que magnificar el hecho pues no fue otra cosa que libertad de expresión. Eso ha dicho el tonto de los pelos - libertad de expresión - que no debe saber lo que es el respeto debido a las instituciones y a quienes las encarnan. Y lo mismo dijo Iglesias, ese remedo del Evo Morales boliviano, aunque luego se hizo una foto con el embajador saudí.

¿Y Rajoy ? ¿Qué hizo o dijo el ínclito presidente del Gobierno de la nación, que puede pasar a la historia como el presidente con el que se rompió, cinco siglos después, la unidad nacional? Sin querer enterarse de la realidad, como siempre, dijo que había sido una gran protesta de todos juntos contra el terrorismo. Pero más que una manifestación contra el yihadismo resultó, en buena parte, una auténtica manifestación secesionista contra el Rey, el Gobierno, y España. El terrorismo fue la excusa perfecta.