Instalados como viven en el rencor, la paranoia, el odio y el sectarismo, los independentistas catalanes, fundamentalmente los afectos a la CUP, están haciéndole un flaco favor a Cataluña y a su causa, mostrando la peor cara. El pasado sábado, todo el mundo miraba hacia España y más concretamente hacia Barcelona, con el corazón encogido ante la barbarie perpetrada que suma una víctima más, una ciudadana alemana que se encontraba en grave estado. Lejos de dar una imagen serena, de respeto, de concordia y de paz, los independentistas se pusieron manos a la obra que llevaban estudiada: los abucheos y las pitadas al Rey de España y al presidente del Gobierno.

Estos 'catalibanes' que muestran y demuestran su ignorancia internacional, no saben o no quieren saber que el Rey Felipe es uno de los Jefes de Estado más respetado en todo el mundo. El Rey de España estuvo donde tenía que estar y a la altura debida, algo que no se puede decir de esa chusma, de esa gentuza que, al fin y a la postre, está más sola que la una. El único apoyo que encuentran es el de los de su ralea. El de los intolerantes, el de los intemperantes, el de los fanáticos y exaltados como ellos. Son más los catalanes que se han sentido avergonzados e incluso humillados, que los que han aplaudido la hombrada de semejante morralla.

Ninguno de estos catalibanes sería si quiera recibido por el secretario del secretario del secretario de cualquier alto dignatario mundial. Si acaso los de algún país de régimen dictatorial. Ni el Daesh les iba a aplaudir y agasajar, si acaso apiolarlos como acostumbran a hacer con los occidentales y con los de su misma religión que no piensan y opinan como ellos. Esta gentuza que le echa la culpa del atentado a S.M. el Rey de España, sale antes por un terrorista del Isis que por un español por el mero hecho de serlo. Más si cabe tratándose del Jefe del Estado.

Esta gentuza defiende antes a los radicales islamistas que catalaniza y en los que invierte tiempo y dinero en su educación y en el aprendizaje del catalán, aunque luego perpetren un atentado salvaje. ¡No a la islamofobia! ¡Sí al odio a España y a los españoles, a sus símbolos y a sus representantes! No hay integración que valga. Muchos jóvenes radicales se están aprovechando del buenismo y el entreguismo de los gobiernos autonómicos y nacional, especialmente el de Cataluña, pero ni integración, ni respeto ni 'osperas' benditas. Llegado el momento y como Alá es grande, según ellos, siempre y cuando asesinen al mayor número posible de occidentales de todas las latitudes, se desentienden de lo aprendido y de lo vivido y a seguir trazando ese mapa de conquistas, a través de la muerte, diseñado por sus líderes.

Lo visto y oído el sábado en Barcelona nos permite darnos cuenta de una cosa, todo lo que el Estado español invierte en Cataluña, sólo sirve para el fomento del odio, la división, la paranoia de la que viven presos los catalibanes y bendiciones por el estilo. Loores a Arnaldo Otegi, ultraje a Felipe de Borbón. Ni un ápice de respeto a las víctimas. Su falta de miedo es chulesca, arrogante y falsa. En realidad están cagados. Por eso en el aquelarre que organizan, sólo caben los que son demócratas de verdad. A eso Pablo Iglesias lo llama también libertad de expresión y lo ve tan natural. Sólo que cuando le faltan a él, pierde el culo por pedir un castigo ejemplar.