Este noble zamorano, que debió nacer alrededor del año 1020, fue una figura muy principal en la historia de Zamora; un fiel súbdito del rey Fernando I de quien llegó a ser depositario de sus últimas voluntades. Se encargó del cuidado de sus hijos Urraca, Sancho, Elvira, García y Alfonso que se criaron en unión de Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador. Con Arias Gonzalo aprendieron las artes ecuestres y los ejercicios militares y venatorios (la caza) y a las hijas las formó en las virtudes femeninas y honestas. Junto con los propios hijos del Conde, se criaron en el palacio zamorano situado junto a la Puerta de Olivares o del Obispo.

Como preceptor de doña Urraca, llegó a ser Gobernador de la ciudad en 1072. Su protagonismo más destacado lo obtiene en los sucesos del Cerco de Zamora realizado por Sancho II. Tras el magnicidio llevado a cabo por Bellido Dolfos, el capitán Diego Ordóñez reta a la Ciudad entera acusando a los zamoranos de traidores. El viejo Arias Gonzalo pretende batirse con Ordoñez para salvar el honor de los sitiados. Doña Urraca no le permitió luchar dada su avanzada edad, por lo que envió uno tras otro a sus hijos a batirse en duelo. Tres murieron combatiendo frente a Diego Ordóñez en el conocido Campo de la Verdad; pero el último de los hijos consiguió sacar a caballo y jinete rival fuera del palenque antes de morir también, con lo que vencía en la pelea salvando así la honra de la ciudad.

Todos estos acontecimientos constituyen una bella crónica de aquella gesta convertida en leyenda y poesía, que se ha dado a conocer, por ejemplo, en el Romance XVII: "ya cabalga Diego Ordóñez, ya del real ha salido, armado de piezas dobles, sobre un caballo morcillo; va a retar a los zamoranos, por muerte del rey su primo. Vido estar a Arias Gonzalo en el muro del castillo; allí detuvo el caballo, levantándose en los estribos: - ¡ Yo os reto, los zamoranos, por traidores fementidos! ¡Reto a mancebos y viejos, reto a mujeres y niños, reto también a los muertos y a los que aún no son nacidos; reto a la tierra que moran, reto yerbas, panes, vinos, desde las hojas del monte hasta las piedras del río, pues fuisteis en la traición del alevoso Bellido!

Respondiole Arias Gonzalo, como viejo comedido: - Si yo fuera cual tú dices, no debiera ser nacido. Bien hablas como valiente, pero no como entendido ¿Qué culpa tienen los muertos en lo que hacen los vivos? Y en lo que los hombres hacen ¿Qué culpa tienen los niños? Dejad en paz a los muertos, sacad del reto a los niños, y por todo lo demás yo habré de lidiar contigo. Más bien sabes que en España antigua costumbre ha sido que hombre que reta a Concejo haya de lidiar con cinco, y si uno de ellos vence, el Concejo queda quito.

Don Diego cuando esto oyera algo fuera arrepentido, más sin mostrar cobardía dijo: - Afírmome en lo dicho."

Los restos de Arias Gonzalo y los de sus hijos estuvieron enterrados en la Capilla del templo de San Martín que existió en el conocido Paseo de San Martín de Zamora.