También pude haberlo titulado: "Se ha ido un ángel". Porque Angel Antón Chillón, histórico militante de la Agrupación Local Socialista de Zamora, hacia honor a su nombre. Tras su marcha la pasada semana, ha dejado tras de sí un enorme duelo y muchos mensajes de recuerdo y de cariño no sólo de los miembros de la gran familia socialista de Zamora, sino de cuantos zamoranos conocían, valoraban y querían a este hombre grande también en humanidad. Sin duda un hombre comprometido, de convicciones firmes, y también de talante y de talento democrático.

Tuve el honor de contar con su amistad y su aprecio que siempre valoré profundamente. Me gustaba pegar la hebra con don Ángel, uno de los pocos señores y caballeros que van quedando. Con ese su porte majestuoso, su mirada escrutadora y su sabiduría de muchos años me entendía a la perfección aún en la discrepancia educada. Porque a don Angel le sobraban porte, maneras y educación. Su fallecimiento ha producido dolor no sólo entre sus deudos y entre la gran familia socialista de Zamora. Su fallecimiento ha producido un agudo dolor entre todos aquellos que conocíamos su trayectoria ejemplar de hombre, de ser humano, de militante, de empresario. Cuánto le agradaba ver que se defendía al comercio tradicional por cuya permanencia en el tiempo luchó denodadamente, haciendo gala de un sentido común único como propietario de los conocidos y prestigiosos Almacenes Victoria.

Don Ángel, que era un luchador nato, se quedó sin fuerzas para la batalla final, la que sostienen la vida y la muerte. Y se fue sin hacer ruido, con la sonrisa en los labios, haciendo gala de esa bonhomía que le acreditó a lo largo de toda su trayectoria vital. Ya no lo veré más, San Torcuato arriba, de la mano de Tere, de Teresa Olivares Rodríguez, su esposa, su compañera del alma, la mujer de sus sueños, su chica de toda la vida. Hacían una hermosa pareja con la que era una delicia detenerse a charlar, aunque fueran unos pocos minutos, porque de esas charlas siempre se desprendía alguna enseñanza. No en vano don Angel ha sido un ejemplo ético inigualable. Cuan edificante es comprobar que sus hijos, Angel y Manolo y sus hijas políticas Esther y Ana, son de ese jaez que pasa por la integridad, palabra que bien definía a este hombre bueno, a este socialista intachable que sufrió el horror de ver cómo arrancaron del seno de la familia a su padre, Manuel Antón Martín, Secretario de la Federación Provincial de sociedades Obreras, la madrugada espantosa del 7 de agosto de 1936.

A pesar de todo ello, ni odio ni rencor en sus palabras y en sus hechos. Bien es verdad que tampoco dejó que la pátina del olvido sellara el recuerdo permanente que su buen padre merecía. No me extraña que don Angel fuera un referente entre los socialistas zamoranos, entre los comerciantes zamoranos, entre sus amigos que se contaban por cientos. Sus virtudes superaban sus posibles defectos, nunca le observa mácula alguna en ese sentido. No es de extrañar que su marcha suponga una gran pérdida para el socialismo zamorano que lo define como un excelente compañero, pero también para el comercio de Zamora que defendió con uñas y dientes. De don Ángel Antón todos aprendimos. A don Ángel Antón todos lo recordaremos siempre desde los afectos más sinceros. Se ha ido un ángel que siempre hizo honor a su nombre. Descanse en paz, amigo mío.