Son muchos los zamoranos de aquí y de allá cuyo trabajo, especialmente en el mundo de la cultura, alcanza la excelencia que tantos persiguen y no todos consiguen. El compositor toresano David Rivas Domínguez es uno de esos privilegiados. Inició hace años una carrera imparable en el mundo de la composición y la dirección y sigue a una velocidad de crucero imposible de alcanzar para cualquier otro mortal.

Aunque siempre resulta difícil ser profeta en tu tierra, especialmente cuando de recibir reconocimiento público se trata, a David Rivas se le reconoce su valía, tantas veces premiada quizá más fuera que dentro de Zamora. Con su AQVA, estrenada en Las Edades del Hombre celebradas en Toro, sin duda una de las mejores ediciones que se recuerdan, el maestro recibió el espaldarazo definitivo de público e instituciones, aunque no todas, algunas se muestran cicateras a la hora de reconocer los méritos que atesoran tantos zamoranos.

La Fundación Científica Caja Rural, anunciaba fechas pasadas, el listado de galardonados este año con sus prestigiosos Premios, que logran reunir en el acto de entrega, siempre cargado de sorpresas agradables, a multitud de zamoranos de todos los sectores. En esta edición, el Premio a la Excelencia Cultural, ha recaído en el maestro David Rivas. Ya era hora. A sabiendas de que hace tiempo, con sus composiciones y los galardones obtenidos hasta la fecha, ha revalidado bien revalidada esa excelencia que cuantos le admiramos y queremos hemos destacado en todo momento.

Nada, ni siquiera la ideología, puede escatimar a David Rivas los méritos que atesora y que son muchos. Tanto como profesor de enseñanza, no hay que olvidar su magisterio en el Instituto Pardo Tavera de Toro, como con la dirección y la composición. A pesar de todo lo conseguido, que ha sido mucho pero insuficiente para lo que todavía le queda por conseguir, David sigue siendo ese amigo entrañable, esa persona encantadora y sencilla, que cautiva con su trabajo, con su palabra y con su cercanía. En absoluto afectado, David hace de la sencillez y de la humildad su santo y seña. Y eso que podría sacar pecho debido al número de distinciones, al número de galardones que, pese a su juventud, viene recibiendo desde que su carrera iniciara el despegue definitivo.

No siempre se está de acuerdo con algunos de los premios que se entregan por doquier, en el caso del maestro Rivas el aplauso ha sido generalizado al igual que la unanimidad a la hora de valorarlo. Cada siglo ha contado con sus compositores consagrados. Cuando se hable del siglo XXI, apueste lo que quiera, a que el nombre de David Rivas también formará parte de la pléyade que corresponda a la presente centuria. Y es un zamorano de Toro, esa ciudad que rezuma arte por todas sus piedras. Algo que debe congratularnos a todos. Hay que dejar aparcadas a un lado las fobias, las antipatías personales y profesionales y sobre todo la envidia, tan común en esta Zamora nuestra, cuando de reconocer la valía de quien en verdad vale, de quien en verdad se lo curra, de quien en verdad, como el maestro Rivas, está tocado de un don que alienta Euterpe, dándole la luz que da brillo al conocimiento humano, en este caso musical, que siempre se ha reconocido a las nueve musas.