Por ir y volver de sus casas al Congreso de los Diputados y algún que otro viaje con delegaciones oficiales del Congreso al extranjero, sus señorías, los padres de la patria, se han gastado la friolera de más de dos millones de euros en viajes durante los primeros seis meses del año. La de viajes que les estamos pagando entre todos los españoles. Nosotros no viajaremos tanto porque no podemos o no tenemos, pero sus señorías, entre ir y volver y demás, no se pierden una. Y siempre en preferente. No es de extrañar que dejen noqueados los presupuestos generales y los que no son tan generales. Me temo que, además, su estancia en Madrid les salga gratis, gracias a las dietas que para nosotros quisiéramos los españolitos de a pie.

Ahora resulta que en esa cantidad entran también los viajes de partido. Oiga, no, los viajes de partido que los pague el susodicho que para eso entran en todos los "sorteos". Porque los partidos políticos también nos cuestan dinero a todos los españoles. Son nuestros asalariados en la realidad, aunque parezca todo lo contrario. El día en que nos pongamos en plan jefes, que se aten los machos. Según el último balance publicado en el Portal de la Transparencia del Congreso, los viajes de los diputados desde el 1 de abril al 30 de junio por territorio nacional ascendieron a los 1,013 millones de euros, mientras que de enero a abril, el gasto se elevó a los 999.791 euros, lo que suma esos 2,013 millones de euros.

A lo mejor es cuestión de meterle mano al censo del Congreso y cargarse unos cuantos diputados para que la cifra de gastos descienda notablemente. Se llevan por delante demasiado dinero. 350 diputados son, a lo mejor, demasiados y eso es insostenible. Hay que encontrar al político todo terreno, a ese que vale por diez para empezar, alguna vez en la vida, a recortar por ellos mismos.

España, por bien que vaya la macroeconomía, no está para ciertos dispendios. Hay que acabar con los opositores a político. Hay que mostrarles el camino del trabajo hecho con esfuerzo, con dedicación, sin esperar nada a cambio, ni siquiera la palmadita en la espalda o el tironcito de la levita que tanto les gusta. Trescientos cincuenta diputados son, repito, demasiados y eso es insostenible en un país que quiere salir adelante. No es la primera vez que se publican los gastos y sobre todo los sueldos de sus señorías, la cuantía por la que 350 españoles nos salen caros a unos cuantos millones de compatriotas, justo a todos los que damos el callo, justo a los que Hacienda nos retrata porque estamos sujetos a nómina. Porque, claro, luego están los otros, los del negro, los que viven del cuento. Resulta curioso que los viajes oficiales por territorio nacional alcanzaran apenas los 1.793 euros y, sin embargo, las facturas de los viajes internacionales ascienden a un total, desde enero, de 640.145 euros. Eso es lo que les importa España.