El CIS ha provocado el primer terremoto de principios de agosto al apuntar en su encuesta de intención de voto y valoración de líderes un explosivo ascenso de cinco puntos para el viejo-nuevo PSOE de Sánchez a costa de un considerable tropezón de Rajoy y su desconocido gobierno. El resultado se analiza con considerable sorpresa en la prensa pero desconozco, cosa que me parecería mucho más interesante, cómo se estará valorando de puertas adentro de los cuatro grandes partidos del arco parlamentario.

Titulo sorpresa porque, ciertamente nadie esperaba ese ascenso en intención de voto declarada. También porque a priori se podría presumir que cualquier incremento de ese tipo vendría acompañado de un descenso correlativo en PP, Podemos y Ciudadanos. Pero resulta que la radiografía del CIS lo que indica es que el muerdo de votos sería, en votos absolutos y también en porcentaje, de forma mayoritaria al PP y en menor medida a Ciudadanos, mientras que Podemos, la fuerza con la que en teoría iba a pelear Sánchez por el espectro electoral más a la izquierda, no solo no baja sino que sube aunque muy ligeramente.

Sorpresa podría ser también la pérdida de gasolina, no tanto de Podemos, que sigue inflado, sino de los de Albert Rivera que permanecen bloqueados en esa franja entre el 13 y el 15 por ciento que les puede dar poder de influencia pero poco más. A Ciudadanos le falta estructura y apertura. Lo primero es lógico en un partido en sus primeros años de existencia nacional, aunque denota también que su gran exposición en los asuntos nacionales y de los grandes núcleos de población no va acompañada de una preocupación adecuada por la España de provincias pequeñas, menos pobladas y por lo tanto menos "mediáticas"; lo segundo apunta al riesgo de inmovilismo y caciquismo interno que tanto y con razón ha criticado en los grandes partidos.

Por último, dato importante, resulta que en intención directa e inmediata de voto el PSOE superaría al PP. Esto último no quiere decir mucho, como se ha demostrado en numerosas citas electorales, pero sí demuestra una cosa. Con su desmarque del gobierno de Rajoy para enfrentarse, y ganar, a Susana Díaz, Sánchez se ha convertido en un líder del que los suyos no se avergüenzan, cosa que no parece ocurrir con Rajoy.

Titulo que no tanto, por varias razones. La primera el empuje del simpatizante socialista tras unas primarias en que derrota "al aparato". La segunda, Rajoy ha mentido en el juzgado, delante de toda España. La tercera, la fecha en la que el sondeo se publica. Cuando media España está de vacaciones, más pendiente de la arena de la playa o las fiestas del pueblo que de ver el telediario o leer el periódico. Para que una encuesta sea sólida requiere no solo de los datos puros, sino de una "cocina" que los condimente con el recuerdo de voto entre otros elementos. De ahí que en función de cómo actúe el "cocinero" el resultado varíe notablemente. Agosto es mes propicio para terremotos dirigidos que luego se aplacan. No descarten, pues, los de Sánchez, que el cocinero haya dopado su intención de voto para en las próximas oleadas ir desmontando pieza a pieza, porcentaje a porcentaje, al "líder que nunca llegó a ser." Hemos visto ya tanto, tantas veces?

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