Ésta es vuestra orquesta". Así inauguró la Little gran Ópera el director de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León, cuando los diez músicos que han sido despedidos (4 violines, 4 violonchelos, 1 oboe y 1 fagot) se unieron en el escenario a los compañeros de música durante más de diez años para ofrecer su último concierto juntos en la Plaza de la Catedral de Zamora.

Fue el primer aplauso cargado de una emoción que se sostuvo toda la noche. Porque el sentimiento de indignación por la injusticia, de tristeza por la exclusión y de pena por la pérdida de trabajo, se quedó flotando en el ambiente y se unió a las emociones que los músicos recrean con profesionalidad y arte en cada concierto.

Una nueva ley del PP sobre contratación, de nuevo improvisada y despidiendo a los que están trabajando para acabar con la contratación temporal después de años sin permitir la contratación fija o indefinida, echa a los músicos que han dedicado más de diez años de su trabajo, de su dedicación, de su tiempo, de su ilusión, de su vida? a hacer de la Sinfónica de la Comunidad una de las mejores de España.

"Ésta es vuestra orquesta". Palabras de justo reconocimiento de sus compañeros al trabajo de los despedidos. Pero también palabras que nos dicen que la Orquesta es nuestra por su carácter público, porque se financia desde las instituciones -a quienes el director pidió que actuaran para evitar los despidos- y porque no sólo la mantenemos con nuestros impuestos sino que la disfrutamos con nuestros sentidos.

La situación de los despedidos que dieron su último concierto con la Sinfónica en Zamora, no es diferente a la de los trabajadores del sector público, donde se han perdido 261.200 empleos durante el gobierno de Rajoy y ha aumentado el empleo precario, que ahora quieren transformar en fijo a costa de miles de despidos similares a los de los diez músicos que han dado durante los años del ajuste su trabajo, su dedicación, su tiempo, su formación, su ilusión y su vida para hacer de los servicios públicos de educación, sanidad y todos los demás, unos de los mejores servicios públicos del mundo gracias a sus trabajadores? A quienes despiden en cada centro de trabajo con las mismas palabras del director de orquesta: "Ésta es vuestra escuela; éste es vuestro hospital; ésta es vuestra Little gran Empresa".

En Zamora, los compañeros de orquesta y el público entregado nos despedimos con aplausos y emoción de los diez músicos que a su vez se despidieron sacando lo mejor de sí y de sus instrumentos, hasta el punto de hacernos olvidar su tristeza durante el Little gran Concierto, que sólo dejó en el ambiente un buen sabor de boca.

Parece que adivinaran que Zamora es tierra de despedidas. Porque cada vez son más los jóvenes que tienen que coger sus instrumentos de trabajo para tocar fuera de esta provincia, de esta comunidad y de este país. Que se van con la música a otra parte.

Resulta insultante que uno de los máximos responsables políticos de la dura situación laboral de los jóvenes de Zamora -hoy con mando en plaza en el gobierno de España- mientras sonaban con brillantez los instrumentos musicales de los despedidos, siguiera prometiendo trabajo a través de los datos de la EPA, y diciendo desde su exitoso destino en Madrid, que Zamora es la mejor tierra de España. Ni una palabra de solidaridad para los zamoranos que han emigrado con menos éxito y que, por cierto, tampoco están de parranda.

Los despedidos que llenaron de música la Plaza de la Catedral, hicieron como los miles de emigrantes que un día se fueron sin aplausos, y que vuelven en agosto a celebrar bailando en la plaza de su pueblo que aquí nacieron, aquí estudiaron (o en la vecina Salamanca), incluso algunos trabajaron aquí un tiempo? y vuelven a la mejor tierra de España, que es siempre la de los recuerdos felices de la infancia.

A todos los que estos días vuelven os decimos como el director a sus músicos: "Ésta es vuestra Little gran Orquesta y Ésta es vuestra Little gran Tierra". La mejor del mundo porque la habéis hecho vosotros. Y porque es la nuestra.

Un solidario abrazo y nuestras manos para luchar a los músicos que hemos tenido la suerte de escuchar en Zamora, en su despedida que nos negamos a aceptar.