Garantiza la Diputación de Zamora el suministro de agua en los pueblos de la provincia hasta el año 2020, gracias a una dotación especial de 300.000 euros. Pero de momento, y pese al esfuerzo de la institución, sigue habiendo zonas que precisan de que les sea suministrado el agua potable a través de camiones cisterna, una solución vieja, que no satisface a las poblaciones y origina muchas reservas, tanto es así que precisamente el objetivo primero de las autoridades es acabar con este tipo de abastecimientos, que ya se ha visto reducido en los años previos.

Hay otros lugares en los que se distribuyen botellas de agua entre la vecindad y otros más que gozan de plantas portátiles depuradoras. No son esta vez demasiados los lugares afectados, y eso es un consuelo, porque los intensos calores de mayo hicieron temer una sequía aun más profunda que hubiese dañado a más pueblos. Pero quienes sufren de esta carestía, lo sufren en sus carnes, porque no es solo el agua que se bebe sino el agua que se necesita cotidianamente, para el aseo, para la cocina, en una época en la que la provincia duplica su población lo que hace más evidente la precariedad.

Las plantas depuradoras y los sondeos que la Diputación están llevando a cabo suponen o pueden suponer un alivio, pero no el suficiente, y habrá que ver si la medida tomada ahora resulta eficaz. Porque viendo estas carencias y otras casi igual de básicas, cabe preguntarse y eso es lo que se preguntan tantos zamoranos de la diáspora que estos días regresan a sus pueblos, a sus hogares o los de sus familias, si de verdad la Zamora rural ha entrado en la modernidad. Carecer de agua o disponer de ella a cuentagotas si la utiliza el de la casa de al lado es algo inconcebible en el siglo XXI.

Y eso que se ha mejorado ostensiblemente y mucho en los últimos tiempos, caso de las carreteras, casi intransitables antes en la mayoría de sus tramos, que son ahora mejores, más seguras y más cómodas para circular, aunque resten aun tramos casi tercermundistas. Pero ahí se acaba el beneficio de las comunicaciones que si en ese sentido resultan aceptables no lo son en cuanto a las comunicaciones vía internet, donde el déficit es mayor y más general todavía. Hay zonas en las que, al igual que la telefonía y la televisión, apenas llega la señal lo que supone un grave problema para muchos de sus habitantes que por lo demás pagan sus impuestos como los demás.

Falta por hacer en la provincia, tan llena, tan viva, tan dinámica estos meses del estío, con clara repercusión también en la capital. Las actividades se suceden en los pueblos durante estas fechas, tanto lúdicas como culturales y la animación marca el buen ambiente, aunque este año, con los calores del cambio climático, que va en serio, la cosecha vaya a quedar disminuida, con la repercusión económica que ello supone para la gente del campo. Al menos, que no falte agua, ni internet, ni cobertura para el móvil, ni televisión. Así que tiene tarea por delante la Diputación a la que, al menos, no se puede negar buena voluntad y firme decisión de resolver los problemas que nunca acaban.