Cláusulas suelo, dación en pago, derivados, hipotecas multidivisa o bonos preferentes y subordinados forman parte de una retahíla de locuciones y vocablos que, de un tiempo acá, ocupan el interés de los medios. Su carga semántica es peyorativa, injustificada, quizás, por lo que tiene de excesiva, pero lo cierto es que se asocian a actuaciones definidas por la avaricia y la desfachatez.

La gente no entiende cómo se pueden repetir situaciones en las que el Banco de España o la Comisión Nacional del Mercado de Valores han sido incapaces de garantizar la limpieza que debiera presidir cualquier operación financiera. Tampoco entiende que hayan tomado partido a favor de las entidades. Los juzgados están desbordados. El cabreo es importante y en el punto de mira están los bancos. Pensábamos que se podrían sacar conclusiones positivas de la crisis, aprender algo de ella por mínimo que fuera. Creíamos que, al menos, serviría para evitar situaciones como las que la hicieron posible y, en nuestra ingenuidad, esperábamos que los órganos reguladores implantarían las oportunas medidas. Estábamos equivocados.

Resulta que el B.E. y la CNMV nos han salido "rana". Sí, porque una de sus responsabilidades era detectar posibles toxicidades y no lo hicieron. Las consecuencias de esa dejación de funciones son de sobra conocidas, sin embargo, no parece que se tomen medidas. El reciente final del Banco Popular así lo evidencia.

No hay espacio en esta columna para comentar las prácticas bancarias autorizadas por el Banco de España y condenadas posteriormente por sentencias judiciales. No lo hay para hablar de todas, pero sí de alguna. Por ejemplo, de las cláusulas suelo. Ya saben, esa triquiñuela jurídica por la que la bajada del euríbor no repercutía en los intereses de nuestra hipoteca.

La UE ya había dicho que eran ilegales y que los bancos no podían decidir ni el importe a devolver ni los clientes a resarcir. Su criterio era tan simple como que los bancos responsables de tales prácticas debían devolver "todo a todos". Por si esto no fuera suficiente, una sentencia que acaba de sentar jurisprudencia obliga a la banca a devolver de manera inmediata a la totalidad de los afectados, íntegramente y con retroactividad total, los importes cobrados de más. Pues bien, ¡ni por esas!

Algunas entidades, en el colmo del descaro, dicen que sus cláusulas suelo son legales "porque tienen transparencia". Sí, han oído bien ¡La guinda que faltaba! El colmo del descaro, incluso, para quienes no somos expertos en leyes. Ellos sabrán, pero aquí en los Tres Árboles todos sabemos que un contrato redactado en términos comprensibles, incluso el más transparente del mundo, podría ser considerado abusivo por un juez.

Por cierto, llegados a este punto habrá que recordar que las cláusulas suelo fueron bendecidas por el mismísimo Banco de España. Era, entonces, Miguel Angel Fernández Ordóñez su máximo responsable y dijo que eran legales. ¡En fin! Para qué más.

Como diría mi amigo Juan, el dinero no tiene alma y punto.