Los niños han pasado de ser los reyes de la casa a convertirse en auténticos emperadores agresivos, autoritarios y mandones. Ese tipo de criaturita ha dado nombre al llamado "síndrome del emperador". Son los amos de la casa, ejercen un control férreo sobre sus padres. Son hijos que se convierten en los amos indiscutibles de la familia sometiendo al resto de integrantes del seno familiar a su voluntad, a sus exigencias, a su capricho. Son verdaderos dictadores que ponen en aprietos a sus propios padres. Con tal de conseguir sus propósitos, amenazan, gritan, y agreden física y psicológicamente a sus padres. Su capacidad para la empatía es nula o no está convenientemente desarrollada y así se producen situaciones como la que recientemente ha sido carne de telediario.

Ante el comportamiento, ante la actitud desafiante y agresiva de su vástago, a una madre no le quedó otro remedio que darle una bofetada a su hijo al que arañó sin querer. El chavalito de once años, que se las conoce todas, no tuvo idea mejor que denunciar a su progenitora. Como las cosas en España se llevan a los extremos, la fiscalía pedía para la buena señora, en medio de la algarabía del hijo, una pena de 35 días en beneficio de la comunidad, un año y seis meses de privación del derecho a la tenencia y porte de armas, y la prohibición de comunicarse con su hijo y de aproximarse a él menos de 50 metros durante medio año. Ni que fuera una maltratadora consumada. Ni que un bofetón a tiempo no fuera una buena terapia para enmendar la plana. Y mire que no hay quien defienda más los derechos de los niños que quien esto escribe. Pero dentro de unos límites, caramba.

Afortunadamente no todos los jueces son pacatos, no siempre una bofetada es un síntoma de violencia continuada con un hijo y además, sus señorías tienen en cuenta los comportamientos infantiles por si asoma en ellos el síndrome del emperador que este chavalito sí tiene. Al titular del Juzgado de lo Penal número 2 de A Coruña, José Antonio Vázquez Taín, el chaval no se la dio con queso. No en vano este juez es de los buenos, de los que se ha ganado a pulso su merecida fama. Actúo con éxito en el caso del Códice Calixtino y en el otro no menos mediático de Asunta Basterra. Y ha propiciado ahora la absolución de la madre coruñesa, nacida en el 72, sin antecedentes penales. La buena señora pidió a su hijo que colaborase en poner la mesa y el rapaciño, en lugar de obedecerla acabó lanzando su teléfono móvil de alta gama, así como de 800 euros, no se sabe bien si contra la madre o por purito acto de rabia.

La madre que solo quería que depusiese su actitud rebelde y violenta le dio un bofetón que a punto estuvo de costarle caro, muy caro. Menos mal que el juez Vázquez Taín vio con claridad el tema que ha desembocado en la sentencia absolutoria de la madre. Ha tenido que ser un calvario saberse investigada durante año y medio por intentar corregir la actitud violenta de su hijo. No me extraña que se haya hecho necesario un programa como "Hermano Mayor" en el que se trata de corregir las actitudes violentas de chicos y chicas hechos y derechos a los que se veía venir desde pequeños.