Tras la visita a Hamburgo para la reunión del G-20 de la semana pasada, Donald Trump ha vuelto a París este jueves y viernes para participar en los actos de la fiesta nacional francesa del 14 de julio y reunirse con el presidente Macron. En Hamburgo Donald Trump dejó claro que mientras formalmente se adaptaba a los usos y costumbre del G-20, sobre el fondo no renunciaba a ninguna de sus posiciones en cambio climático y proteccionismo.

¿Qué pretende viajando a París, ciudad que es la quintaesencia de la "decadente" Europa sólo ocho días después? Primero, satisfacer su mucha vanidad siendo el huésped oficial del presidente francés el 14 de julio, aunque sea coincidiendo con la entrada de los Estados Unidos en la primera guerra mundial de la mano del nada aislacionista presidente Wilson. El mensaje ideológico se supedita a su desmedido afán por las relaciones públicas. También explorar un mejor entendimiento con Macron, al que puede ver como un posible contrapeso a la Europa de la alemana Merkel, que es indudablemente su pesadilla preferida.

Y Macron pretende hacer corregir a Trump, en la Tour Eiffel y en un restaurante estrellado de la guía Michelin, su crítica de que tras los atentados terroristas "París ya no es París". Las fotos del matrimonio Trump en el Sena pueden alentar el turismo americano que se ha resentido sensiblemente del miedo al terrorismo. También debe pretender influir sobre Trump, lo que sería un éxito político, y realzar -a efectos externos e internos- su papel como estadista mundial. Ser el aliado de Merkel es compatible con intentar tener el mayor peso posible en la UE.

Pero mientras Trump cuida la diplomacia internacional, sus problemas internos no hacen más que aumentar. La admisión por su hijo Donald de haberse entrevistado en junio del año pasado con una abogada próxima al Gobierno ruso que prometía información que podía dañar a Hillary Clinton ha conmocionado a la prensa americana. La hipótesis de una colusión entre el gobierno ruso y la candidatura de Trump -que ya está siendo investigada por un poderoso fiscal especial- va adquiriendo fuerza.

Trump ha quitado importancia a la entrevista de su primogénito, que además estuvo acompañado por su yerno, el marido de la poderosa Ivanka, y su entonces jefe de campaña. Y ha repetido que el intento de involucrarle en una relación ilícita con Rusia es la caza de brujas más fuerte de la historia. Pero el fiscal especial trabaja, los demócratas están al acecho y los republicanos cada vez más preocupados de las excentricidades de su candidato y ahora presidente. ¿Acabará su mandato?