Ivanka Trump se ha consolidado como primera dama de Estados Unidos durante el semestre inicial de la presidencia del ogro Donald Trump. La relación paternofilial supera en intensidad a la conyugal con Melania, un triángulo que deben resolver los implicados. Al resto del planeta debe interesarle que la hija del emperador ocupó el trono de su padre en la mesa de negociaciones de la reciente cumbre del G20. O del G21, si atendemos a la recién incorporada.

En Hamburgo aconteció lo inconcebible, la peor pesadilla de un jefe de protocolo, un diplomático o un sherpa. Ivanka se sentó entre Vladimir Putin, Angela Merkel y Xi Jinping, pese a que es solo una asesora del presidente y no desempeña cargo alguno en el Gobierno estadounidense. Volvía a demostrarse que los rigores de la ley están diseñados para quienes no pueden vulnerarla a su antojo.

La Casa Blanca inventó mil excusas para justificar la ampliación del G20 a G21 delante de la anfitriona alemana. Sin embargo, la prusiana Merkel no se sentía agraviada. Al contrario, prefiere tratar con la hija que con el abrupto padre. En titulares del semanario Der Spiegel, la cancillera sabe que "El camino a Donald pasa por Ivanka". De hecho, ambas mujeres comparten honores estelares por segunda vez en tres meses, lo cual certifica su rango de primeras damas de sus países respectivos.

Trump se toma personalmente los ataques a su hija, a los que responde desde su cuenta presidencial. En el polo opuesto, honrar a Ivanka es un excelente recurso para conquistar el aprecio o el perdón presidencial. Así, la participación del Banco Mundial en la financiación de un fondo para emprendedoras de países en vías de desarrollo ha propiciado un cambio meridiano en el desprecio que sentía el presidente americano hacia el titular de la institución financiera, Jim Yong Kim.

La iniciativa citada viene encabezada por Ivanka Trump, que volvió a reunir en la presentación a su padre, a Merkel, al primer ministro japonés Shinzo Abe o al también fotogénico Justin Trudeau. Sin ánimo de señalar, la mayoría de jefes de Estado o de Gobierno no sobresalen por su glamour, por lo que la introducción en las fotos colectivas de la primera hija de Estados Unidos o el primer ministro de Canadá mejora la percepción del G21.

Ivanka es amiga de Chelsea Clinton, de la que debió aprender los corrimientos de escalafón en la Casa Blanca. Trump adora a su hija hasta el punto de escribir que se ve perjudicada por su condición. Vigila el trono, Donald.