El 30 de mayo de 1508, el Rey Fernando El Católico firmaba en Burgos una cédula por la que concedía a don Diego Enríquez de Guzmán la Fortaleza de Zamora y tenencia de la Ciudad.

Diego Enríquez había nacido en Zamora en 1487, hijo de Enrique Enríquez de Guzmán y de Teresa Enríquez de Luna. Al morir su padre prematuramente recibió el título de III Conde de Alba y Aliste, que le confirió su abuelo paterno Alonso Enríquez de Guzmán II Conde de Alba y Aliste.

Diego Enríquez de Guzmán contrajo matrimonio dos veces, la primera en 1503 con Aldonza Leonor Álvarez de Toledo y Zúñiga, hija legítima del segundo Duque de Alba de Tormes, don Fadrique Álvarez de Toledo y Enríquez. Fruto de este matrimonio hubo ocho hijos: Enrique, Fadrique, Antonio, María, Leonor, Juana, Isabel y Bernardina.

Después de la muerte de su primera esposa, Diego casó con Catalina Álvarez de Toledo y Pimentel , hermana de III Duque de Alba de Tormes. De este segundo matrimonio nacieron Pedro, Alonso, Juan, Fernando, Teresa y Jerónima.

De tantos hijos e hijas descendientes de III Conde de Alba y Aliste, Diego Enríquez de Guzmán y de los casamientos de la numerosa descendencia surgen numerosos títulos nobiliarios relacionados con la Historia de Zamora: además de los ya mencionados Condes de Alba y Aliste, ducado de Alba de Tormes, Conde de Benavente, caballeros de la Orden de Alcántara, Prior de la Orden de San Juan, condado de Fuentes de Valdepero, Señorío de Cambados, de la Orden de Santiago y la Orden de San Juan de Jerusalén.

Cada uno de estos caballeros nobles tiene su más o menos interesante historial. Extraemos a Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel, que nació en Piedrahíta el 29 de octubre de 1507, al que llamaban el "Gran Duque de Alba" y también el "Duque de Hierro", este noble fue militar, diplomático y además del Ducado de Alba de Tormes, acumulaba los títulos de Marqués de Coria, Conde de Salvatierra, Conde de Piedrahita, Señor de Vadeconeja, y Caballero de la Orden del Toisón de Oro.

Este Duque de Alba o Duque de Hierro, llegó a ser el terror de los Países Bajos. Todavía hoy, para meter miedo a los niños, las madres holandesas, en lugar de decirles "¡Que viene el Coco!", les amenazan con : "¡Qué viene el Duque de Alba!".

Pero toda aquella furia, atribuida al Duque de Alba, terminó siendo su ruina, pues de ser la mano derecha del Rey Felipe II pasó al destierro por su fracaso en Flandes.

Recordemos aquella frase: "En Flandes se ha puesto el sol" que resume la pérdida de los dominios españoles donde antes "No se ponía el sol".