parece muy "cantoso" que el anticipo de las presuntas memorias de José Manuel Soria vea la luz en circunstancias delicadas para Cristóbal Montoro. Es el momento de hacer leña con el ministro de Hacienda, reprobado por la mayoría parlamentaria tras el varapalo del Tribunal Constitucional a su servil amnistía fiscal de 2012. El capítulo oportunista, limitado a un ajuste de cuentas, denota una vez más el carácter vengativo del ministro que fue obligado a dimitir por sus "despistes" en paraísos fiscales. Lo peor -para él- es que explaya vidriosos enfrentamientos en el gabinete del PP, "traición" que Rajoy no perdona. En rigor, el compromiso de confidencialidad es común a todos los gobiernos, del signo que sean. Pase lo que pase con Montoro, está muy claro que Soria no volverá a formar parte de un gobierno popular ni puede aspirar a cargos de confianza.

Estos sucesos subrayan "tendencias" en el equipo del presidente, derivadas en mayor o menor medida de las guerras económicas entre empresas y lobbies poderosos. A Montoro le alinean con los "sorayos" y todo el mundo conoce la vieja amistad personal de Soria y De Guindos. Tras una derrota electoral del primero en su etapa canaria, trascendió que dejaba la política para integrarse en el equipo de economistas del despacho madrileño del actual ministro de Economía. Por los motivos que fueren, siguió en política hasta su efímero ejercicio ministerial. El amigo Guindos defendió públicamente su candidatura a una de las direcciones del Banco Mundial y, frustrada ésta, a su reincorporación funcionarial como economista del Estado.

Los "sorayos" no se llevan con los "guindos" y Montoro es beligerante contra los segundos. No parece equivocado que Rajoy tire de ambos, pero las memorias que descubren esos conflictos suelen salir después de un tiempo prudencial, cuando ya todo es historia. En su "intempestivo" ajuste de cuentas refiere Soria las presiones del colega de Hacienda para que diese buen trato a Abengoa, un grupo en apuros que ha invertido mucho en energías renovables. Lo que paralelamente debería revelar es cómo y por quiénes fue presionado para frenar en seco la inversión pública en renovables, amenazar con un disparatado impuesto al Sol y pagar una abusiva "deuda histórica" a las eléctricas a base de subirnos a todos la factura de la luz generada con fósiles contaminantes.