Transcurría el mes de julio del año 1917, la Corporación Municipal que presidía el entonces Alcalde don Horacio Miguel Cancelo, celebraba sesión ordinaria con la asistencia de concejales que en aquella época gozaban de cierto renombre en la ciudad y que sus apellidos fueron conocidos durante mucho tiempo: señores Cardenal, Laguna, Aracil, Tola, Tino, Calonge, Ballesteros, Morchón, Marín, Moyano y Arias.

El primer asunto que se puso sobre la mesa fue que a los funcionarios se le debían ya tres meses de haberes, a lo que el Alcalde respondió que pediría al recaudador municipal, señor Laguna relación de los valores que obraban en su poder para saber cuándo se hacían efectivos y poder disponer de liquidez.

A continuación se leyó una carta del gerente de El Porvenir de Zamora en la que recordaba al Ayuntamiento la deuda que tenía pendiente con aquella Sociedad. A lo que el señor Cancelo manifestó que la Corporación le autorizara para entrevistarse con los señores que formaban la Junta de Gobierno de El Porvenir para tratar sobre el particular.

En otro orden de cosas, se concedió permiso de dos meses al concejal señor Gazapo para que se fuera a tomar aguas medicinales. El señor Calonge aprovechó para decir que él también necesitaba pasar una temporada en algún balneario, por lo que rogaba se le reservara el permiso correspondiente.

Otro tema que se trató, según informe de la Comisión de Beneficencia, fue que el número de farmacias que podía haber en la capital quedaba limitado a tres.

Destaca en aquella sesión el altruista ofrecimiento del alcalde señor Cancelo que ponía a disposición de las fuerzas de Infantería una finca que poseía en la Dehesa de Valderrey para que pudiera ser utilizada como campo de tiro, en tanto que el municipio practicara las gestiones necesarias para encontrar el lugar adecuado para las prácticas de tiro que el Regimiento reclamaba con urgencia.

A la vista de los asuntos que se debatían en el Ayuntamiento de Zamora hace cien años , lo más preocupante, desde la perspectiva actual, es que los funcionarios estuvieran más de tres meses sin cobrar ( en mis cuarenta y seis años de servicio como funcionario siempre cobré la mensualidad puntualmente). Las deudas del municipio con sus proveedores sí que se han producido en todo tiempo y han sido objeto de demandas, incluso por vía judicial.

Es paradójico que los concejales tuvieran que solicitar permiso en sesión pública para irse a tomar los baños (o veranear) Pienso que estas cuestiones no son para llevarlas a una sesión plenaria.

En todo caso, me ha parecido interesante ver cómo funcionaban las corporaciones locales hace un siglo con sus problemas de entonces.