Cuando ya nada se espera especialmente exaltante, se dicen las crudas verdades y al final observas con objetividad y decepción la miseria humana de mi hermano lobo.
¿Hasta cuándo es capaz de soportar el alma mía tanto desatino que sucede a nuestro alrededor?
Seguiremos adelante cantando las bondades de la naturaleza como refugio necesario.
Oh tú, que emponzoñas la convivencia: apártate de mi camino y piérdete en el fango del olvido: no hemos aprendido mucho.
Volverán los brotes nuevos de la primavera a sembrar una ilusión y los rigores del otoño a alimentar mi melancolía.
Noel Castilla