Y si el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, a quien muchos atribuyen el cerebro de un mosquito, fuese en realidad un genio de la distracción? ¿Y si todos sus estúpidos tuits, sus continuas y ofensivas payasadas, su comportamiento de niño malcriado, obedeciese al intento de desviar la atención de los medios, que tanto detesta, del objetivo último de su presidencia? ¿Y si su ambición, finalmente colmada, de llegar a la Casa Blanca no hubiese tenido otro fin que utilizar tan poderoso cargo para ponerse a salvo del fisco y de todos sus acreedores? ¿Y si mientras todo el mundo pierde el tiempo en denunciar su grosería, su racismo, su sexismo, su vulgaridad, su insufrible egolatría o un supuesto complot de los rusos para facilitar su victoria frente a Hillary Clinton se dejan de investigar a fondo sus negocios y sus cuentas?

Hay en marcha una iniciativa popular llamada "Impeach Trump Now", que lleva recogida más de 1,1 millones de firmas, pero a la que los propios medios estadounidenses, tan preocupados por las injerencias rusas en las presidenciales, no parecen haber concedido toda la atención que merece. La impulsan organizaciones no gubernamentales de izquierda como Free Speech People o RootsAction. Sus argumentos no tienen que ver con lo que tanto parece ocupar a los medios; se centran sobre todo en el claro abuso que puede estar haciendo Trump de su cargo no sólo para su enriquecimiento personal y el de su familia sino para obstaculizar de paso las investigaciones de la justicia.

¿Cómo es posible, se preguntan muchos, que el Deutsche Bank siguiese prestando dinero al magnate inmobiliario y a sus empresas después de seis bancarrotas entre 1995 y 2009 y cuando su nombre figuraba en la lista de morosos de los grandes bancos de EE UU? Ese banco alemán no sólo participó en préstamos a Trump y a las empresas de su imperio por valor de más de 3.000 millones de dólares sino que está acusado de ayudar a magnates rusos a blanquear su dinero.

Y, según se ha sabido también, el yerno y hoy asesor del presidente, Jared Kushner, mantuvo reuniones con el presidente del banco ruso BEB, otro prestamista de Trump.

Según el periodista de investigación estadounidense David Cay Johnston, Trump se dedicó con éxito durante años a limitar las investigaciones de la fiscalía sobre sus negocios y a maniobras de distracción de la justicia. Trump llegó, según Johnston, a "tratos con jefes de la mafia..., dirigentes sindicales corruptos, defraudadores e incluso colocó a un exnarcotraficante al frente de su servicio particular de helicópteros".

Y ese hombre ha sido elegido por sus compatriotas para dirigir al país más poderoso del planeta. ¡Todo un síntoma!