Ignoro si las vacaciones son sólo para el verano o por el contrario deberían repartirse a lo largo del año, también durante el tedioso y prolongado invierno. Bien repartidas tienen que dar mucho de sí. Sobre todo, las vacaciones tienen que estar bien aprovechadas. Y tengo para mí que se llega a su final sin haber ociado y descansado todo lo debido. El culpable siempre es el mismo: el odioso teléfono. Desde que los móviles nos colonizaran no hay descanso, no hay reposo ni para la garganta, ni para el oído ni para los dedos, ni para todo lo demás.

Según un reciente estudio realizado por Pangea The Travel Store, al 60% de los españoles le resulta imposible desconectar en vacaciones por culpa de su Smartphone. Al parecer no pueden evitar mirarlo en algún momento y ahí es donde se la juegan.

Esta obsesión, no cabe otra apreciación, es preocupante. La dependencia de la tecnología que tienen los españoles hay que hacerla mirar cuanto antes, cuando todavía hay solución. Se puede entender esa dependencia en tiempo de trabajo, pero no durante el reposo vacacional. Que feo resulta compartir mesa con una persona que junto al pan y al vino coloca uno o dos teléfonos y en lugar de estar a lo que tiene que estar, a compartir el pan y la conversación en un ambiente armónico, lo estropea todo con esas miradas fijas o de reojo que dedica al móvil, cuando no se ausenta directamente para atender una conversación.

Si tendrá calado el asunto, que para el 52% de los españoles las vacaciones perfectas, las vacaciones ideales, serían aquellas en las que se deshicieran por completo del móvil. Coñe, que lo intenten, que lo dejen en la maleta, por si acaso, o directamente en casa hasta la vuelta. Las cabinas siguen existiendo, como siguen existiendo los teléfonos en las habitaciones de los hoteles. Con el fijo ya vale. No es tan esclavo como el móvil.

Bien es verdad que el 25% de nuestros compatriotas afirma que necesita consultar sus redes sociales constantemente y estar en contacto con sus seres queridos, o bueno, con su peor enemigo. Nunca se sabe. En las redes sociales, como en botica, se encuentra de todo. Sólo que a diferencia de la botica no todo es bueno y saludable. No me extraña que uno de cada cinco españoles mayores de 40 años confirme que sufre de estrés al no poder desconectar por motivos laborales, a pesar de que más de la mitad, un total del 56%, desearía hacerlo.

La adicción al móvil es jorobada. Quienes no tienen este aparato, ni lo quieren, dicen ser y sentirse felices. Lo mismo hay que mirar hacia ellos. Porque, resulta que desconectar tiene efectos beneficiosos para la salud. Tras las vacaciones, el 56% vuelve con las pilas cargadas y con fuerzas para afrontar el nuevo curso, mientras que al 42% le invade el síndrome "postvacacional" con la vuelta al trabajo.