Frecuentes desacuerdos había en Zamora entre los jueces del Concejo y los de la Iglesia. El Obispo y Cabildo se querellaban ante el Rey Alfonso X El Sabio porque aquellos a quienes consideraban malhechores, para burlar la justicia eclesiástica, se refugiaban en la ciudad y eran amparados por los jueces que se negaban a entregarlos a la jurisdicción eclesiástica. El Infante don Fernando de la Cerda, como Gobernador del Reino en ausencia de su padre el rey Alfonso X, ordenó en 1275 que se respetara y auxiliara la jurisdicción de la Iglesia.

Como no se cumplía lo ordenado por el Gobernador real, el Obispo y Cabildo emplazaron al Concejo ante la autoridad del Infante don Sancho, hermano de don Fernando con el que siempre andaba en desavenencias. El infante don Sancho tomó el pleito en sus manos, aunque después de varios años tampoco dejó resueltos tantos desacuerdos.

Los querellantes eclesiásticos alegaban:

1º Que tenían sus propios jueces en sus villas y lugares, como siempre los tuvieron, y habiendo entrado el Concejo de Zamora en la villa de San Martín de Bamba, había apresado y matado a tales jueces eclesiásticos, prohibiendo que en adelante los hubiera en aquel ni en otros lugares.

2º Que el Juez y Concejo de Zamora habían quitado al obispo una casa que tenía en Carrascal.

3º Que el obispo, deán y otros canónigos tenían en sus respectivas casas unas escaleras saledizas, y el Concejo se las había hecho derribar , prohibiendo que las volvieran a construir.

4º Que el obispo y Cabildo siempre habían tenido su propio juez en Zamora y que ahora no lo consentía el Concejo.

5º Que el dicho Concejo había ido a una villa eclesiástica que llaman Manganeses y la robaron, invadiendo la casa del obispo.

6º Que Gutier Pérez, Juez del Rey en Zamora, obligaba a los moradores de las villas del Obispado a que contribuyeran para pagar su soldada.

7º Que además de todo esto, hacían el Concejo y el Juez mucho mal y menoscabo al Obispo, cometiendo sacrilegios, por lo que los tenían excomulgados.

El Juez y Concejo zamoranos contestaron: Que el obispo no debía tene rjueces en sus villas, sino jurados. Que la casa de Carrascal era de un hombre que murió sin herederos, y habiéndola tomado el Obispo, el rey mandó que la recobrara el juez. Que las escaleras saledizas habían sido igualmente derribadas por orden del Rey. Que lo de tener Juez el Obispado era antes de que existieran los jueces del Rey, y el Obispo ya no podía tener jueces.. Negaron los hechos de Manganeses, así como los sacrilegios, y que debían contribuir a la soldada del juez real como todos los vecinos.

A pesar de todas estas alegaciones, el Infante don Sancho sentenció en favor del Obispo y Cabildo, quienes pusieron nueva quejan por falta de cumplimiento. Finalmente, la mandó guardar el Rey don Alfonso en 4 de agosto de 1279.