Las undécimas elecciones presidenciales de la V República Francesa, del 7 d emayo se saldaron con el resultado de sobra conocido por todos y la elección de Macron, victoria refrendada en las legislativas de este fin de semana pasado. Los franceses se enfrentaban a una dicotomía, que comienza ser reiterativa, en las ultimas manifestaciones democráticas de los Países Occidentales; elegir, ora entre un candidato (Trump, Le Pen...) o decisión (Brexit, Referendum Turco) de corte populista, autoritario, antisistema, idealista, ora por una persona que encarne lo que se ha definido, muchas veces de manera ambigua, como el "establishment", es decir, apostar por un político que pueda incardinarse, en alguna de las corrientes ideológicas tradicionales de las últimas décadas (conversadores o social demócratas).

Tras los vítores y el regocijo del triunfo de un candidato pro europeista, como es Emmanuel Macron, extremo inusual en los pérfiles politicos de nuestra actualidad, conviene reflexionar y analizar los resultados con detenimiento.

Se nos ha vendido como un auténtico fracaso, la derrota sufrida por Marine Le Pen, candidata presidencial por el Frente Nacional, cuando tal hecho es absolutamente falaz. Le Pen ya ha conseguido un escaño en el Parlamento francés. Si analizamos el resultado obtenido por esta, en segunda vuelta de las presidenciales, un 33,90% frente a un 66,10% de Macron, a priori, su derrota nos puede parecer abultada, pero conviene tener perspectiva histórica, a la hora de acometer el análisis de tales datos. Desde la propia fundación del Frente Nacional, a principios de los años setenta, su mayor éxito político aconteció en las elecciones presidenciales del año 2002, cuando Jean Marie Le Pen, padre y promotor político de Marine, consiguió pasar a la segunda vuelta, frente al candidato del partido republicano, y presidente por aquel entonces de la República Francesa, Jacques Chirac, donde perdió estrepitosamente, obteniendo el primero un exiguo 17,9% de los votos, frente al restante 82,1% del segundo. Quince años después, la hija de Jean Marie, ha conseguido duplicar el mejor resultado electoral, que hasta entonces ostentaba el Frente Nacional, y el contexto económico y social de las elecciones venideras, siempre y cuando Macron no sea capaz de reconducirlo, juega a favor del partido de la familia Le Pen, ya que Francia lleva padeciendo serios problemas de diversa índole, que se han acentuado en estas dos últimas décadas.

En primer lugar, tenemos la cuestión de la seguridad y el terrorismo. Desde la creación del Daesh o Estado Islámico, si un País Occidental ha sido golpeado incesantemente, con atentados visualmente impactantes, no sólo por el número de víctimas que se han cobrado, sino por la espectacularidad de los mismos, ese, sin lugar a dudas, ha sido Francia. La noche de los atentados de la sala Bataclan, el camión de Niza, el ataque a la revista Charlie Hebdo, todos ellos cometidos a manos de nacionales franceses, cuyos ascendientes provenían de antiguas Colonias francesas, ha generado una huella indeleble en dicha sociedad, una profunda cicatriz que tardará muchos años en cerrarse. A mayor abundamiento, la actual crisis migratoria, así como la inestabilidad de los países del Norte de Africa, la guerra civil Siria, son factores utilizados como un arma arrojadiza por el Frente Nacional, que los equipara, o les otorga el título de promotores, de los ataques terroristas perpetrados en suelo francés, ya que, en muchas ocasiones, los responsables provienen de alguno de los numerosos guetos o barrios árabes, que se han formado en diversas ciudades de dicha nación, fruto de la marginación o exclusión, que sufren las personas que profesan el Islam como religión, o que son de etnia árabe.

El otro conflicto es la economía. Por todos es sabido que a lo largo de estos últimos años, las finanzas francesas no atraviesan por su mejor momento. El peso o el coste del mantenimiento de la Administración, supone en torno al 60% del PIB Galo (de los más elevados de la UE), su mercado laboral, es muy rígido y poco dado a la flexibilización e incentivos, debido a que se encuentra profundamente intervenido y regulado, con una tasa de paro relativamente alta (10%), para lo que históricamente están acostumbrados por esa región, que se agrava aún más en las zonas rurales, y lo que en la práctica genera que los trabajadores del sector primario, se sientan desamparados por el Gobierno (dos agricultores o ganaderos Franceses se suicidan cada día), y siguiendo la estrategia política del Frente Nacional, culpan de todos sus males, al creciente fenómeno de la globalización o mundialización, al que nuevamente lo asocian con la inmigración, y en el peor de los casos, con el terrorismo.

Como vemos, los desafíos a los que se enfrenta Francia, no van a tener una pronta solución, pues son problemas de largo recorrido, que llevan décadas arrastrándose, y en el contexto del mundo actual, muchos de ellos van a verse acentuados aún más si cabe, en especial, las cuestiones que giran en torno a la globalización de las economía francesa, ligada a la crisis actual de la inmigración, y las distorsiones o efectos que ello conlleva, incide, de manera directa, en la sociedad francesa. Y dentro de cinco años, si tales conflictos no han sido paliados, aunque sea parcial o superfluamente, mucho habrá que temerse, que una victoria del Frente Nacional, en las presidenciales Galas, no será sólo un hecho plausible o probable, sino cierto e irreversible.