Nunca un secretario general del Partido Socialista Obrero Español había alcanzado las cotas de poder conseguidas por Pedro Sánchez, con la ayuda inestimable de sus abnegadas bases que parecen llegar pidiendo guerra. Es decir, plantearse lo de la república, la nación de naciones o como ahora quiera llamar a España y al asunto independentista la gente que forma la cúpula del más rancio Partido Socialista. Un PS diferente a los del resto de Europa. Lo digo por los postulados.

Sánchez no ha cambiado en este tiempo. Aupado al poder, legítimamente, por favor, por la militancia, sólo piensa en una cosa. A ver si lo adivina: ¿En España? No. ¿En los españoles? Tampoco. ¿Entonces? Pues muy fácil, en cómo conseguir una amplia mayoría parlamentaria para "desbancar al PP del Gobierno" y satisfacer a su señora esposa como inquilino de La Moncloa, ese lugar que su familia, y no sólo la socialista, anhela fervientemente para el líder. Y no le importa haber sido derrotado por dos veces consecutivas en las urnas que es la llave de entrada al gobierno de España. Si Podemos, las 'esquerras', los independentistas, las mareas y demás caterva le apoyan logrando mayoría, ¡vamos que desaloja al PP!, eso lo saben hasta en Burkina Fasso.

Lo lamentable es que la idea que de España tiene Sánchez no es la idea de la mayoría ciudadana, de miembros de su propio partido y de otros partidos con sentido de Estado. Las prisas no son buenas para nada y sería aconsejable, antes de adoptar decisiones, que Sánchez reflexionara. Le ha dado tal subidón que le ciega las entendederas. No puede caer en los mismos errores que le llevaron a perder fuelle ante los votantes.

Lo que más se teme, dentro del propio Psoe y por supuesto fuera, es que Sánchez se eche literalmente en brazos de Pablo Iglesias. Y esa es una posibilidad que no se puede ni se debe descartar. Iglesias se burló de la forma más canalla de Sánchez pero este parece no haber aprendido la lección. Me parece de perlas que Sánchez busque "generar espacios de encuentro" pero no con cualquiera ni a cualquier precio. Hay que tener algo que los políticos pierden con demasiada frecuencia: dignidad. Y si a este señor le queda algo de la misma, que no ponga en venta la unidad de España.

Sánchez acusa al PP de "atrincherarse en La Moncloa" y eso es, ni más ni menos, lo que el líder socialista quiere hacer, a pesar de las urnas, a pesar de la lección de humildad que le dio el electorado y de la que no ha aprendido nada. Iglesias está deseoso de que la formación morada se alíe y se líe con el Psoe para hacer de España su "dacha" a la española o puede que su masía, porque lo del cortijo está ya muy visto. Los puentes que Iglesias tiende al Psoe están cargados de explosivos.

Este señor no puede olvidar lo que le dijeron las urnas a voz en grito. El 'cortejo' entre Psoe y Podemos no es aconsejable. Lo ven todos menos quienes lo tienen que ver. Y ese es el miedo de muchos socialistas y de buena parte de los españoles.