Interpretada por Lucía Bosé y Alberto Closas, y dirigida por Juan Antonio Bardem, en "Muerte de un ciclista" se recoge el atropello y posterior huida de una pareja que no desea ser reconocida para que no se descubra el triángulo amoroso en el que están enredados. Eso en el cine, en la realidad, el alcohol y las drogas son los causantes principales de los atropellos y posterior huida que se han cobrado la vida de demasiados ciclistas en España a lo largo y ancho de este mes. Alcohol y drogas que deberían inhabilitar para la conducción futura a todos aquellos que dan positivo en uno y otras.

Algo tiene que hacer la autoridad para evitar la conducción en ese estado lamentable. Los ciclistas se llevan siempre la peor parte. Lo más duro es aguantar en las redes sociales que se les eche la culpa constantemente, obviando la única realidad, la conducción imposible de quienes van atiborrados de drogas de todo tipo y con el alcohol rebosando.

Dos ciclistas muertos y tres heridos graves al ser arrollados por una conductora ebria. Otro ciclista muerto donde ya fueron atropellados otros tres. Y la suma sigue, desgraciadamente. Dicen los entendidos que la solución pasa por ampliar arcenes, reducir la velocidad y poner más señales. No sé si serán suficientes medidas contra los atropellos ciclistas, entre los conductores que no den positivo en absolutamente nada. Para aquellos que den positivo en alcohol y drogas de todo tipo, mucho me temo que la amplitud de los arcenes y la colocación de más señales, sean insuficientes.

Desde que empezó 2017, estamos en pleno ecuador anual, la Dirección General de Tráfico ha cifrado en 20 el número de ciclistas fallecidos en las carreteras interurbanas, dos más que en la misma fecha de 2016. Ni más, ni igual, ni menos, el resultado debería ser otro bien diferente, ningún ciclista fallecido a causa del atropello de un coche. Sobre todo si el conductor no iba en condiciones.

Lo intolerable es lo que viene sucediendo en carreteras interurbanas y urbanas con los ciclistas. Se han convertido en la diana de conductores desaprensivos. No se puede llamar de ninguna otra forma, bueno sí, asesinos, a todos aquellos que conducen bajo los efectos del alcohol y otros estupefacientes. Mis piernas y mi bicicleta son los únicos "vehículos" que tengo a mi disposición para el verano. Al último le estoy cogiendo miedo. Y no porque no sepa manejar mi bici, sino porque entre los graciosos que sacan el brazo para darte un cachete en el culete, y los que no conducen en condiciones, estamos condenados a sufrir algún tipo de percance. Y yo no quiero ser fruto de estadística alguna. Sobre todo de esas estadística mortales que tienen a los ciclistas como protagonistas. Que ojalá hayamos asistido al último accidente saldado con la muerte de otro ciclista.