Héroes. Sí, en plural, porque la historia de la humanidad está repleta de héroes, casi siempre anónimos, que no aparecen en los libros de texto, que no se estudian en las escuelas y que suelen ignorase por su supuesta irrelevancia social; sin embargo, en nuestro día a día, y así desde hace muchos miles de años, vivimos rodeados de personas que, como Ignacio Echeverría, el último héroe reconocido públicamente, muestran su lado más humano y son capaces de saltar al vacío o de lanzarse a la esfera pública para salvar a un indefenso de las garras del fanatismo religioso en una calle de Londres. Una historia, la de Ignacio,que muestra lo mejor y lo peor del ser humano. En este caso, quedémonos sobre todo con la valentía de nuestro héroe y con las palabras de sus familiares, una muestra de la sencillez, del amor y del calor humano que habitan junto a nosotros. Ignacio ya es un ejemplo para casi todos. Un héroe nacional en un país poco propenso a reconocer las valentías de personas anónimas, que son, casi siempre, las únicas que deben ser estudiadas y recordadas.

Carteles. O, mejor dicho, el cartel del que tanto se ha hablado estos días. Sí, el cartel anunciador de la feria del libro en la capital zamorana. Que si presentar un libro abierto sobre el fondo de un cuerpo femenino desnudo es sinónimo de sexismo, como piensan algunos, o, como razonan otros, simplemente una imagen neutra que busca representar la naturalidad del cuerpo, en este caso, femenino.El enfrentamiento dialéctico se ha producido precisamente en el campo ideológico de la izquierda capitalina, lo cual es muy curioso y sorprendente, dado que supuestamente las percepciones y las interpretaciones deberían de ser similares. En cualquier caso, la polémica ha sido un pretexto para reflexionar sobre la exposición pública del cuerpo humano. Pienso que nos estamos pasando de frenada cuando imaginamos supuestos fantasmas donde simplemente se muestra la naturalidad de la vida. Al menos eslo que yo he visto en ese cuerpo femenino que tanta polémica ha levantado en algunos círculos excesivamente beligerantes con algunas manifestaciones culturales.

Libros. Sí, libros, esos recursos maravillosos que algunos necesitamos para seguir viviendo. Porque en las páginas de un libro uno puede encontrarse con la vida, en sus múltiples formas, y revivir el pasado, comprender el presente o incluso imaginar el futuro, el suyo y el de los demás. Quienes sean adictos a la lectura, como es mi caso, saben de qué hablo. Y quienes aún no lo sean, deberían introducirse cuanto antes en este campo y probar sin miedo a quedar enganchados, como dice un viejo amigo. En estos días tenemos la ocasión para empezar. Vayan a las ferias del libro que, con más o menos éxito, uno puede encontrarse en muchas ciudades de España y saboreen la atmósfera que las envuelve. Y durante el resto del año, se cuelen en una librería, ojeen las estanterías y compren un trozo de vida, que eso es precisamente un libro. O vayan a una biblioteca pública y hagan tres cuartos de lo mismo. Verán que, tras la lectura de un libro, uno se siente mucho mejor, sobre todo si quien te ha acompañado ha conseguido transmitir el pulso de la vida.