Culpar del retraso en el desarrollo de la provincia de Zamora a la ausencia de Internet o a su dificultad en conectar con la red sería exageración y demagogia. Pero tampoco se puede obviar pues es claro que constituye una de las causas principales, cada vez más acusada en una época de globalización que se hace posible a través de la digitalización. El territorio es como es, con su especial geografía y sus varias zonas de tan difícil acceso a través de internet, y no solo, pero ello no puede significar que haya que conformarse y seguir aguantando promesas que datan ya de hace años y que continúan sin cumplirse pese a su reiteración, más como propaganda política que como servicio.

Así parecen haberlo entendido las instituciones, y la Diputación ha anunciado al efecto, ante las quejas constantes de empresarios, profesionales y vecinos en general, nuevas medidas de la Junta de Castilla y León para tratar de ayudar a favorecer la implantación de la red de redes en la totalidad de la provincia a través de satélite, medidas económicas y técnicas con las que se pretenderá extender la implantación del sistema. Bien está, pero si se tiene en cuenta que la Junta lleva años prometiendo acabar con el aislamiento digital sin acabar de conseguirlo, tampoco es para sentirse demasiado optimista, pues ya se sabe en que suelen quedar tantos intentos, pese a la buena voluntad.

La impresión que existe acerca de todo este viejo asunto en los pueblos afectados por las ausencias tecnológicas de última generación, es que las instituciones se limitan a cumplir, pero nada más, sin coger nunca el toro por los cuernos, principalmente el partido en el poder, que no solo ostenta el mando en Zamora y en la región castellanoleonesa sino también en España. Una acumulación de poder de la que se saca muy poco provecho por estas tierras, mientras otras se llevan en vivo y en directo toda clase de privilegios a cambio de votos de apoyo al Gobierno en el Congreso. Porque lo que las instituciones tendrían que hacer es dar dos puñetazos en las mesas de las grandes compañías de telefonía lo mismo que con las eléctricas y hacerles saber en qué siglo estamos y que no se pueden seguir manteniendo tan obsoletas instalaciones mientras ganan millones y millones de euros en cada ejercicio a costar de mal tratar y sangrar a los obligados y sufridos consumidores.

Pero el poder político jamás se enfrenta al poder económico, ni las oligarquías y elites del PP ahora, ni antes los socialistas. Cuesta trabajo creer que en los países más avanzados de la Europa de la que España forma parte, se produzcan situaciones semejantes de subdesarrollo y atraso. Pues tampoco es solo internet. Aquí está el verano, en un año de enorme sequía, y volverá a repetirse el viejo espectáculo de los pueblos zamoranos sin agua, que han de ser abastecidos por camiones cisterna. Y eso que algo se se ha hecho, se ha mejorado, en los últimos tiempos, aunque resulte tan insuficiente. Problemas y más problemas y no solo para lugares de la alta montaña sino para localidades cercanas a la capital, a las que ni llega el cable telefónico, ni el agua necesaria, ni nada apenas de la modernidad.