El pasado 7 de junio nos despertamos con la noticia de que el Banco Popular había fallecido y se había hecho cargo de sus exequias el todopoderoso Banco Santander.Y es que la historia se repite: me viene a la memoria las aventuras y desventuras del Banco Español de Crédito (Banesto). Ambos tuvieron sus momentos de gloria, siendo de los más solventes de la banca española. Todo éxito incontrolado tiene su fin y la mano salvadora del Santander los ha cogido por los pelos in extremis, cuando estaban a punto de sumergirse en la miseria y se daban ya por perdidos.

El Banco Popular se fundó en 1926 con el nombre de Banco Popular de los Previsores del Porvenir para en 1947 pasarse a denominar Banco Popular Español. Llegó a ser la sexta entidad financiera española por volumen de activos. Los más de 300.000 accionistas minoritarios han visto como la CNMV (Comisión Nacional del Mercado de Valores) lo ha suspendido de cotización y ahora sus acciones valen cero euros cada una. El Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) se lo ha vendido al Banco Santander por el precio simbólico de un euro, siendo la primera intervención bancaria que se realiza con las normas que aprobó la Unión Europea después de la reciente crisis financiera, con la idea de no perjudicar al contribuyente en los posibles rescates bancarios. Esta operación se lleva a cabo con el fin de proteger a todos los depositarios, que no accionistas, del Popular garantizando así la estabilidad financiera. En caso contrario, se hubiese liquidado por insolvencia afectando, como sabe, al ciudadano que es inocente.

Que el Banco Santander compre el Popular por un mísero euro parece una ridiculez y un negocio más que rentable. No es así, con ese euro se ha adquirido un cucurucho de "chuches" de envoltura amarga pero que según se van deshaciendo llegará la dulzura y los beneficios. En principio, el banco adquirente, deberá asumir bajo su responsabilidad y como suyos los problemas que tenía el Popular y que lo han llevado hasta esta situación. Para ello deberá hacer una ampliación de capital de unos 7.000 millones de euros para cubrir capital y lasprovisiones para reforzar y garantizar el dañado balance del Popular. Esto supone, como decía, que no nos veremos afectados porque no habrá ayudas públicas. Los accionistas del Santander podrán acudir a dicha ampliación con derecho de suscripción preferente.

Grosso modo, esto es lo que ha ocurrido. Pero lo más importante es que el Banco Popular ha muerto pero no sus accionistas, bonistas y clientes. ¿Qué pasará ahora con ellos? Vayamos por partes porque cada uno tendrá sus consecuencias: unos más trágicas que otros.

La cotización del Popular ha sufrido lo insufrible. Tanto es así, que su descalabro le ha llevado a que su valor actual sea de cero euros. Con estos mimbres solo había dos caminos a seguir: hacer una ampliación de capital o venderlo. La ampliación de capital, que se intentó, no fue viable porque no había inversores dispuestos a asumirla por lo que se optó por su venta. Al venderse, ha supuesto que accionistas, bonistas y tenedores de deuda convertible (CoCos) salgan perjudicados perdiendo toda su inversión. Con este perjuicio se ha evitado otro mayor al no hacer uso de ayudas públicas como ocurrió con el caso de Bankia. Creo que este colectivo, sin tardar, pedirá responsabilidades debido a que las ampliaciones de capital que se realizaron en el pasado, sobre todo las más recientes, pudieron llevar técnicas de captación de capitales poco lícitas.

Por el contrario, los titulares de cuentas, hipotecas y depósitos nada deben de temer sea cual sea el importe. No cabe duda que el cliente notará cambios como por ejemplo la modificación de los números de cuenta, préstamos y otros productos. El cierre de algunas oficinas y reajuste de plantilla. Al vencimiento, no antes, se modificarán las condiciones de productos previamente adquiridos con el Popular en el caso de que se quieran renovar. Los contratos indefinidos que existan, la nueva entidad podrá modificar las condiciones, eso sí, comunicándolo alcliente con antelación suficiente para que pueda tomar las medidas oportunas y que menos le perjudiquen. Al no haber intervención, el Santander responderá por todo su dinero sin ningún tipo de limitación. Los hipotecados continuarán con sus mismas condiciones y si alguno está en litigio por las cláusulas suelo o por el pago excesivo de gastos de formalización, deberán dirigir sus reclamaciones al Banco Santander que será el responsable. Si ya tiene un proceso judicial abierto, no tendrá que hacer nada.

Si tiene fondos o acciones depositadas en el Popular no tendrá tampoco ningún problema, todo seguirá igual porque esos activos forman parte de un patrimonio anexo a la entidad. Eso sí, pasarán a estar gestionados por el Santander. Lo que sí variará, como es lógico, será el valor liquidativo de aquellos activos que contengan acciones del Popular puesto que su valoración ha pasado a ser cero.

Los que sí pueden estar de enhorabuena y celebrarlo son aquellos accionistas que se posicionaron "cortos" o "bajistas" en la cotización de la acción porque al ejecutar las acciones prestadas ganarán todo. Es decir, ganarán la diferencia entre el precio al que vendieron y el valor actual que es cero.

Referente a la fiscalidad es algo pronto para hablar de ello pero las pérdidas que van a experimentar todos los accionistas se computarán en el ejercicio que se conforme la liquidación de la entidad. Esta liquidación llevará consigo una amortización de tal calibre que los accionistas perderán toda su inversión. Ahora mismo las acciones están suspendidas de cotización por lo que las pérdidas existentes se consideran todavía latentes.

(*) Trader Independiente

@ToGarMos