Nadie se sorprende hoy día de que algunos políticos cambien de opinión. E incluso de prioridades, si ello redunda en beneficio de la causa. De "su causa", claro. Ocurre en todos los puntos cardinales de las ideologías... Y no me refiero ahora a quienes por evolución ideológica seria, razonada y honesta pasan a defender postulados distintos de los que defendieron en etapas anteriores, generalmente en su juventud. Estos, en realidad, son dignos de respeto. Ni siquiera me refiero a quienes cambian de chaqueta en virtud de los cargos o prebendas que pudieran ofrecerles -o negarles- los distintos partidos. Estos, por el contrario, ya tienen bastante con el oprobio que ellos mismos se fabrican. Me refiero, sí, a quienes dependiendo del momento hacen análisis contradictorios sobre un mismo asunto y convierten en objetivo a conquistar lo que en otros momentos era objetivo a rechazar. Es lo que el aforismo popular refleja con la expresión "donde dije digo, digo Diego?".

En las últimas semanas hemos asistido a un episodio que nos lo aclara: La reivindicación que el actual equipo de gobierno socialista de la ciudad de Toro hace del viejo campamento militar de Monte la Reina. Ha levantado fervorosamente pendones para que el Ministerio de Defensa devuelva a la ciudad los terrenos e instalaciones que en otro tiempo sirvieron para la formación militar de los estudiantes universitarios. Una petición que en sí misma nos parecería adecuada, si no fuera porque tal reivindicación no es nueva ni original. Y porque quienes ahora lo reclaman, no hace mucho se opusieron al logro de dicho objetivo.

Refresquemos la memoria. En las postrimerías del siglo XX y principios del XXI el Ministerio de Defensa tenía a punto la desafección de dichos terrenos e instalaciones, listos para sacarlos a pública subasta. Fue entonces cuando el recién elegido alcalde de la ciudad, D. Jesús Sedano, del Partido Popular, inició gestiones -contrarreloj- para desactivar la subasta primero y, después, para que revirtieran al patrimonio de la ciudad. Se llegó a firmar un acuerdo inicial condicionado. Se elaboraron proyectos interesantes e incluso se desarrollaron al menos dos Escuelas Taller en el complejo castrense para recuperar algunas de sus instalaciones que el tiempo y el abandono habían deteriorado. La aspiración y los esfuerzos del Alcalde parecían ir por buen camino y prácticamente los toresanos estuvimos convencidos e ilusionados con la idea de que Montelarreina se convertiría en un importante activo de la ciudad.

Durante todo ese proceso, los representantes del partido socialista, en la oposición, no solo no lo apoyaron, sino que pusieron todos los palos posibles en las ruedas para que fracasara. Desde Toro y desde Madrid. En Toro, el derrotado aspirante socialista a la alcaldía no podía consentir que esa "medalla" se la colgara un alcalde del PP. En Madrid se contó con el apoyo de un correligionario y diputado nacional por Zamora que a la sazón era, ni más ni menos, portavoz de la Comisión de Defensa del Congreso. ZP presidía el Gobierno.

En resumidas cuentas: aquel prometedor proyecto se fue enfriando, aduciendo confusas razones que más bien sonaban a excusas. Defensa dio por caducado el acuerdo inicial y Montelarreina volvió -suponemos- a su anterior estatus de candidato a la desafección mediante pública subasta .

Ahora que el Partido Socialista ha logrado la alcaldía de Toro, los que en la etapa anterior dificultaron el proceso de reversión a la ciudad, hasta conseguir pararlo, pretenden convertirse en adalides de la reclamación. Quieren colgarse ellos la medalla. Cuentan con el apoyo incondicional nada menos que de Izquierda Unida, tan amante de lo militar y admirador de las obras de la "dictadura". Item más: en su encendida defensa y apoyo a la originalidad de los nuevos peticionarios no dudan en cambiar -léase falsear- el relato de los hechos, cosa en la que son expertos. Omiten por completo tanto los esfuerzos realizados por los equipos de gobierno del Partido Popular como su propia oposición a los mismos durante el proceso. Y se quedan tan anchos. Incluso omiten que cuando Defensa preparaba la desafección, allá por los 90, el consistorio toresano estaba gobernado por los socialistas. Ni se enteraron ni mostraron el mínimo interés por recuperar Montelarreina. Se ve que, en lugar del Camino de Santiago, han recorrido el Camino de Tarso.

Eppur, convenimos en que el histórico campamento debería volver a titularidad de la ciudad y, con la colaboración de verdaderos expertos, convertirse en un activo más, dinamizador de la economía toresana. Pero si Toro pierde dichas instalaciones, quizás haya que recordar la oposición que otrora ejercieron quienes ahora las reclaman.

Andrés Domínguez Cabezón