Amediados del mes de mayo, el día en que se conmovió el mundo desarrollado tecnológicamente por el ciberataque de "ramsomware" -gracias google porque a mí ya se me había olvidado el nombre del arma mortífera- más del 65% de los zamoranos siguieron disfrutando de una mala salud de hierro envidiable, sólo superada por Teruel y Cuenca.

En gran parte de la zona rural, ni siquiera se enteraron de la ciberamenaza, totalmente inmunes al cibervirus que hizo temblar a las grandes potencias mundiales y a las alarmantes noticias que informaban de la ciberguerra y de las medidas para protegerse.

Los zamoranos de los pueblos de la provincia andaban haciendo frente a otros ataques con las armas democráticas de las buenas gentes: a la escasa pensión, a la pertinaz sequía, a la fauna salvaje, a la trama solar, a la novísima reforma de la PAC, a la trama eólica, a la invasión de las abejas trashumantes y de otras especies, a la desaparición del cartero, a la desaparición de los juzgados, a otras tramas y alguna moción de censura en España y en el ayuntamiento? Pequeñas luchas de cada día.

En algunos lugares muy concretos de los pueblos más avanzados tecnológicamente, pudieron detectarse algunos síntomas de tamaño ciberataque: en los centros médicos cuando se resistía la receta electrónica al sintrón o a la pastilla para la tensión; en los ayuntamientos si ese día les tocaba secretario; en alguna escuela donde aún quedan?

El caso es que si alguien resistió con tranquilidad al temible ciberataque del ciberterrorismo que pedía un rescate en bitcoins, fue la gente de Zamora rural, que le tiene más miedo a un "nublao" de granizo que sentencie la escasa cosecha de este año que a un ciberataque que pincha en hueso. Porque donde no hay, no se puede atacar.

El miedo al ciberataque ha desaparecido gracias a dos héroes que como Robin Hood se bastaron con su ingenio y un coste de 10 euros -no sé cuántos bitcoins son- para devolvernos la ciberseguridad a nivel mundial.

Pero lo que da miedo por esta tierra es la implantación obligatoria de la administración electrónica, que supone que todo el papeleo de pensiones, subvenciones, impuestos, matrículas de estudios, solicitudes de la PAC? todas las relaciones con la administración se tienen que hacer telemáticamente. Eso sí que parece un ciberataque en toda regla.

Y eso sí que supone una declaración unilateral de ciberguerra, por parte de quien tiene ordenadores y conexión a Internet, contra los que no pueden empuñar más arma que sus manos y su azada, su voz y su voto. Éste último cada vez menos, porque acabará siendo telemático. Al tiempo.

El pleno de la Diputación aprobó por unanimidad de todos los grupos una moción de IU que pedía que, ya que nos gastamos medio millón de euros para implantar la administración electrónica en la misma y en los ayuntamientos, antes se consiga una conexión a internet decente en todos los pueblos de Zamora para éstos y para el uso particular.

A eso hay que añadir una formación -me resisto a llamarla "mili"- para nuestra población. Porque las armas las carga el diablo, y muchas veces parece que el ordenador personal se declara en huelga o es objeto de una ciberguerrilla particular. Al menos a mí me pasa.

Ante el ciberataque de la implantación de la administración electrónica sin las armas necesarias para hacerle frente, esta vez no vamos a poder decir "me la bufa, me la pela, me la refanfinfla", (¡uy!, perdón que se me ha contagiado el lenguaje parlamentario). En Zamora esta vez estamos más preocupados que cuando el ataque del "ramsomware".

Porque sin las armas tecnológicas al alcance de todos, también perderemos la batalla digital. Una más.