E l Real Madrid es más que un equipo de fútbol: es una leyenda. Una leyenda blanca, que no deja de crecer y crecer y que cada temporada aumenta el número de grandes trofeos en sus vitrinas. Ya ni siquiera les queda a sus tristes enemigos, mayoritariamente los seguidores de sus dos grandes rivales en España: el Barcelona de Messi - otro genio del balompié, como Cristiano Ronaldo - y el "intenso" Atlético de Madrid, el recurrir al viejo tópico, a la rancia leyenda negra de que el Real cuenta con tan largo y brillante palmarés europeo gracias a haber sido, en otros tiempos, el club del régimen, la imagen futbolera del franquismo, No, porque el equipo blanco ya ha ganado también más copas de Europa que ningún otro en la época reciente, la época del color, sumando sus éxitos a los conseguidos antes. En total, doce trofeos, doce campeonatos, doce veces el mejor del continente, con millones de seguidores en todo el mundo celebrando sus victorias.

Como sucedió exactamente el pasado sábado 3 de junio, en Cardiff, ante la Juventus de Turín, un conjunto que parecía difícil de entrada pero que solo le duró al Madrid el primer tiempo. Siempre fue favorito el equipo blanco pero se temía la solidez defensiva de los italianos, coronada por un portero de 39 años que había reconquistado famas anteriores de ser un meta imbatible. De hecho, el Barcelona de los Messi, Neymar y Suárez, había sido incapaz de perforar ni una sola vez el arco de Buffon, lo que le costó la eliminación y por goleada. Vengativos, los periódicos deportivos de esa Cataluña que quiere convertirse en una república pequeñita y pobre, habían salido a la calle ese mismo día animando en su primera pagina a los italianos: "Forza, Juve". Si, la iban a necesitar porque les cayeron cuatro goles que bien pudieron ser cinco, la manita.

Y es que la forza les duro apenas un cuarto de hora, mientras los de Zidane estudiaban al rival que no dejaba de presionar a lo largo y ancho del campo, hasta que los blancos que vestían de azul se recompusieron y Cristiano le coló al veterano meta internacional italiano el primer balón dentro de la red, aunque el adelantamiento en el marcador no duró mucho, pues el Madrid, como suele hacer -y es un defecto que le ha costado puntos y disgustos- se echó hacia atrás para jugar a la contra. Una chilena afortunada le sirvió el empate a los turineses, y así acabaría la primera mitad. Después solo hubo un equipo, el Madrid con la lección bien aprendida, jugando con todos sus recursos y automatismos, con enorme brillantez y superioridad que dejó a cada cual en su sitio.

Es un Madrid magnífico, el actual, y es lástima que la temporada se haya acabado, porque parece invencible, sencillamente. Zidane ha conseguido, a base de rotaciones, temerarias a veces, que sus jugadores hayan logrado una forma óptima. Ha convencido plenamente el técnico francés - dos copas de Europa y la Liga -pese a que algunos achaquen sus éxitos a la suerte y aun se hayan atrevido a criticar e incluso a pitar en el Bernabéu a Cristiano Ronaldo, otra leyenda indiscutible.