Eran los gloriosos tiempos de las mayorías absolutas del PSOE, cuando González y Guerra eran el dúo imbatible e hicieron de España un simulacro de cortijo andaluz, en el que nadie osaba moverse en la foto para no ser arrojado fuera y quedar alejado del pesebre que con tanto celo gobernaba el hermano de Juan Guerra.

El curso político tenía su apertura en Rodiezmo, cuando el gran jefe Fernández Villa, hoy rechazado por todos aquellos que aún en el PSOE le deben lo que son, por mucho que hagan aspavientos diciendo que ellos nada tiene que ver con el padre y patrón del socialismo asturiano, quien hacía y deshacía en el Principado a su gusto con el aplauso de todos los que aún le deben sus cargos y prebendas.

Rodiezmo significaba entonces volver a las prístinas esencias del más puro marxismo, aunque hacía tiempo que González había abominado e intentase la socialdemocracia, algo que fue una sueño de verano hasta que Zapatero perdió las elecciones y Rodiezmo pasó a mejor vida.

Los más viejos del lugar aún tienen un vago recuerdo de los días de vino y rosas cuando la Internacional era cantada con el puño en alto, pañuelo anudado al cuello, que impedía que la voz saliera nítida, y sí ronca y torva, cantada por cientos de sindicalistas socialistas, quienes con cargo debido a las arcas públicas se prestaban a iniciar su peculiar curso político.

Las fotos de aquellos tiempos aparecidas en la prensa nacional son el sonrojo de los que tanto se aprovecharon a costa de los mitos marxistas de la lucha de clase y de la dictadura del proletariado, a los que la nueva izquierda populista, comunista y chavista parece querer volver aunque con ellos se hunda España, como está ocurriendo en Venezuela ahora mismo.

Fidel García Martínez,

catedrático de Lengua y Literatura,

doctor en Filología Románica