Cualquier parecido con los hechos reales no es accidental, es deliberado. Ha pasado poco más de una semana desde que se celebraron las "primarias" en el PSOE y antes que cualquier otro cosa el día veintiuno de mayo fue una fiesta para la democracia, también quiero expresar que fue protagonizada por hombres y mujeres que saben que el explosivo más poderoso para destruir la convivencia es la injusticia porque están convencidos de que la única forma de ser felices es haciendo que los demás también lo sean.

El día veintiuno se produjo en el PSOE lo que Ortega y Gasset denominó la "Rebelión de las masas", si lo preferís una "revolución de las posibilidades". Ahora bien, el Partido socialista incluye un elemento tradicional importante, acoger en su seno a la juventud progresista multicultural y multiétnica. Se debe hacer una renovación en el partido para integrar a las Juventudes socialistas en la cúpula, agrupar al conjunto bajo una nueva ética y desarrollar una original actitud con relación a los nuevos partidos surgidos en los últimos años. La fuerza que inspiró a los socialistas en las primarias era el sueño de crear un Estado moderno, la utopía de un socialismo renovado con la base ética de la igualdad de oportunidades, es por definición, una respuesta global que pueda enfrentarse a la realidad global impuesta por el liberalismo que discrimina a la sociedad. Debemos avanzar en implementar programas de desarrollo en los que los intercambios económicos se construyan sobre el respeto cultural y religioso de las minorías del país, promover en el ámbito internacional planes contra los monopolios que apoyados por la fuerza de los estados ejercen una considerable dominación sobre el mundo.

La derecha española ataca al partido socialista porque, según ella, queremos entregar todo al independentismo, sin embargo el Decreto de la Estiba lo pactaron con los separatistas catalanes y nadie se lo ha reprochado, los presupuestos generales los han pactado con un talonario en blanco con los nacionalistas vascos, tan separatistas como los catalanes pero más avispados. Según el discurso de la derecha los socialistas debemos estar examinándonos permanentemente para demostrar la lealtad al Estado mientras que el comportamiento de ellos, aunque sea el desmantelamiento del estado de bienestar, se le debe dar por supuesto. Y esa actitud es legítima si procede de ella. La legitimidad no depende del examen permanente sino de otra cosa, el reconocimiento de la aspiración de los demás a encontrar solución a los problemas dentro de la crisis global que ha creada por el dominio de liberalismo capitalista. Para un socialista la dimensión de su existencia es el socialismo y su incardinación en la sociedad. El socialismo es Constitución, es el sueño colectivo, tan lejos del individualismo. Para la derecha su existencia es el Estado jacobino ¿Y si el pueblo no lo es? Entonces es preciso educarlo a través de una historia única vinculada a la estructura jacobina.

Una de las grandes tareas que tiene el PSOE en estos momentos es la redefinición del papel y de los límites del poder mediático. Creo que el secretario general tiene razón al hablar de tiranía de ciertos medios de comunicación.

Concejal de PSOE en el Ayuntamiento de Peñausende